Creador de empresa Comercial e Industrial Fino Mornasco Ltda.

Egresado lidera importante empresa de transferencia tecnológica de alimentos

Con una destacada trayectoria profesional ligada a la industria alimentaria, Edgardo Astudillo Poblete, gerente general y fundador de Comercial e Industrial Fino Mornasco Ltda., egresado de la primera promoción de Ingenieros de Alimentos de nuestra Casa de Estudios, destaca por su activo rol de innovador en el mercado nacional e internacional. Esto a partir de desarrollos en diferentes aplicaciones para dar carácter único a manjares, helados, aguas y bebidas. En la actualidad, impulsa una nueva línea de postres saludables distribuidos en establecimientos educacionales de la Junaeb.
“A la U. de Santiago le debo mucho, por eso hoy soy integrante de su comité empresarial, para retribuir en parte lo que recibí. En ella, lo que más aprendí fue a crear temperamento”, afirma el empresario.

Más de diez mil kilos de polvo para elaborar alimentos y tres mil kilos de manjar y salsas produce diariamente la empresa Comercial e Industrial Fino Mornasco Ltda, en sus plantas ubicadas en San Bernardo y en Paine.

La empresa, que ofrece soluciones tecnológicas principalmente para Industrias e Instituciones, fue creada en 1991 por el Ingeniero de Alimentos titulado por Nuestro Plantel, Edgardo Astudillo Poblete, quien es egresado de la primera promoción de esa carrera en la U. de Santiago.

Según recuerda sus inicios, el país recién retornaba a la democracia cuando tras 12 años como trabajador dependiente y a poco tiempo de obtener su título, decide crear su propia empresa.

“Fue mi padre, Juan Astudillo, actualmente mi socio, quien me sugirió desarrollar mi propio negocio”, indica respecto al proyecto en el que comenzó produciendo estabilizante para manjar en una pieza de la casa de su abuela, siendo él, el único trabajador.

Sin embargo, el estabilizante creado por él, en su paso por Soprole, era un producto codiciado por toda la industria que trabajaba con manjar, ya que su adquisición hasta entonces era en estado sólido como cristal y no líquido como es conocido actualmente.

Fue dicho paso el que mantiene a su empresa como una de las principales compañías de transferencia tecnológica de alimentos a nivel internacional.

En la última década, Mornasco ha irrumpido en el mercado con helados que se doblan como lenguas,  helados con forma de plátano que se pelan, aguas saborizadas para reconocidas bebidas y postres gourmet con sabor de restaurante, pero sin sellos negros, por nombrar solo algunas de sus innovaciones.

Formando personas, transformando país

Corría el último año del Gobierno de Salvador Allende, cuando Edgardo finalizaba Cuarto Medio en el Liceo de Aplicación. Hasta entonces, su único pasatiempo era practicar fútbol. Pero él sabía que debía seguir estudiando. Su padre, dueño de una pequeña fábrica textil ubicada en casa de su abuela, lo impulsaba.

En esa época, el mayor interés de los jóvenes era el área de Humanidades, por los tiempos de revolución que se vivían. Sin embargo, fue un primo del empresario que descubrió sus habilidades en matemáticas, y lo preparó para la Prueba de Aptitud Académica tras el golpe militar.

Fue así como ingresó el segundo semestre del año 74’ a Tecnología en Alimentos de la UTE. “Estuve entre los buenos estudiantes, y al terminar realicé mi práctica en Soprole, que se extendió de 6 a 9 meses por reemplazos”, recuerda.

Años más tarde, quiso continuar estudiando, pero debía autofinanciarse, por lo que se incorporó a Soprole, desempeñándose primero como Control de Calidad y luego en Producción.

Paralelamente, la UTE pasó a llamarse U. de Santiago, y se crea la carrera Ingeniería de Alimentos. Edgardo sabía que las oportunidades se daban una sola vez, por lo que postula y es seleccionado.

“Postulamos más de 200 personas, todos querían seguir estudiando, pero la carrera aceptó a 45. Al primer semestre quedamos 12, los cuales egresamos el año 84’, titulándome a comienzos del 85’”, comenta.

El empresario recuerda que eran tiempos difíciles. “un trabajador, nunca se acuesta el día que se levanta. Estaba a cargo de Soprole, tenía clases vespertinas y había toque de queda a las 2 am, y estudiábamos apurados en ese tiempo”, recuerda.

Sin embargo, asegura que fue eso, quien le permitió desarrollarse como empresario: “A la U. de Santiago le debo mucho, por eso hoy soy integrante de su comité empresarial, para retribuir en parte lo que recibí. En ella, lo que más aprendí fue a crear temperamento”, afirma.

El año 85’ se casa, teniendo a su primera hija al año siguiente. Fue a fines del año 87’, mientras su esposa esperaba a su segundo hijo cuando comienza a ver la necesidad de crecer.

Reconoce ser afortunado. “Había mucha gente sin trabajo, y un amigo me invita a ser su socio en su empresa que recién se formaba”, sostiene.

En ella desarrolló el primer pasteurizado de huevos en Chile, creando las pastas al huevo de Talliani, lo que permitiría dar el salto a la creación de su propia empresa.

Nueva generación de soluciones tecnológicas

Mousse y flanes de chocolate y frutilla, jalea, sémola, arroz con leche, con el sabor y calidad de los mejores restaurantes pero sin sellos negros, son algunos de los productos que la empresa Mornasco, está entregando a algunos establecimientos educacionales asociados a Junaeb, y a una red de Hoteles, Restaurantes y Casinos.

El desarrollo corresponde a la última solución tecnológica creada por la empresa, como una forma de mantener la tradición de irrumpir constantemente en el mercado nacional y extranjero, y para lo cual mantiene distintas líneas de producción.

Respecto a su exitoso emprendimiento, y el plus de los profesionales formados en la U. de Santiago, el empresario de 61 años de edad asegura que siempre debe existir una mirada al futuro.

“Los Tecnólogos e Ingenieros de Alimentos de la U. de Santiago, deben dar fe en su actuar, capacitarse constantemente y tener una mirada futura de las necesidades tecnológicas y alimenticias, para poder adecuarse a los nuevos productos que necesiten los niños, adultos y la gente mayor”, indica.

El ingeniero agrega que, “pienso que los profesionales de nuestra Universidad, deben sentirse seguros de sus conocimientos, para potenciar su habilidades, pero ante todo una actitud clara, positiva y seria en su actuar”, puntualiza.

Autor: 
Soledad Fuentes Mansilla
Fotografía: 
Hugo Salas