Valentina Abarca, Licenciada en Historia y Gestión Cultural: “La Usach me mostró el aporte que puedo hacer a la memoria”

Recuerda con cariño sus años de estudios en la Facultad de Humanidades. Pareciera que su destino estaba escrito, porque unió la formación de la Usach al legado de Víctor Jara que la tienen hoy como una destacada profesional en la Fundación que lleva el nombre del cantautor.”Estudiar en la Usach fue fundamental para saber el camino que deseaba recorrer en mi vida”, sostiene.
"Fui parte del Centro de Estudiantes, fui consejera académica y esa experiencia con el conocimiento que comparten los profesores, hace que nuestra alma máter no solo sea un espacio académico, sino de encuentro, desde sus distintas aristas culturales, de saberes, que aún tiene mucho que entregar al país".

La Historia y la Política han estado muy cerca de ella desde pequeña. Valentina Abarca es Licenciada en Historia con mención en Gestión Cultural de la Universidad de Santiago y hoy se desempeña como asistente de investigación en la Fundación Víctor Jara. Pareciera ser una casualidad que esté trabajando en esta Institución, pero su historia de vida tiene mucho que ver con este vínculo.

Como ella misma indica, dio una vuelta larga para arribar a la Universidad de Santiago. Estudió Diseño en la Universidad de Chile, pensó en cambiarse luego a Arquitectura y convalidar ramos, pero se dio cuenta que ninguna de las dos carreras le gustaba. Fue entonces que se interesó por Historia en la misma Casa de Bello, pero algo en el ambiente le incomodaba y así lo expresa. “Sentía que en la Chile había una superioridad intelectual y moral de los académicos, que no me gustaba”.

Decidió ingresar al preuniversitario de la Usach y rendir la PSU por segunda vez. En 2015 ingresó a la Universidad de Santiago con la Beca Bicentenario para incorporarse a la Licenciatura en Historia, aunque había cierta resistencia de su familia por esta decisión.

¿De dónde provenía este interés por la Historia primero y por qué crees tú que estaban tan preocupados en tu círculo familiar?

_Mi abuelo fotógrafo seguramente me traspasó el interés por la Historia, aunque creo que hay un hecho que fue determinante. Uno de mis tíos fue ejecutado político. Trabajaba en Fensa y para el 73 formaba parte de un cordón industrial. Lo detuvieron y se lo llevaron al Estadio Nacional. Cuando quedó en libertad buscó trabajo, pero en 1983 la CNI lo comenzó a seguir y fue encontrado muerto en una zanja. Los informes Rettig y Valech dieron cuenta  de que muchos de los que estuvieron en el  Estadio Nacional fueron ajusticiados posteriormente. Ese dolor hacía que mi familia sintiera miedo a que me involucrara mucho en política, en manifestaciones o firmara por alguna causa.

¿Con qué te encontraste al entrar al Plantel?

_La diferencia fue gigante con la Universidad de Chile: el ambiente, los profesores,  el  modo de hacer las clases. Llegué a esta Universidad más relajada. En la Chile de entrada te dicen que formas parte de la elite del país y eso para mí fue chocante, porque yo provenía de la población Santa Adriana de Lo Espejo. Sentí que la Usach era mi espacio. Tomé la mención cultural porque desde 2011 con la efervescencia del movimiento estudiantil las poblaciones comenzaron también a articularse. En mi comuna se formaron comparsas, talleres artísticos que fueron creciendo más y más, al punto que nació la Escuela Artística Comunitaria en la que trabajé hasta 2019. Esos conocimientos los quise profesionalizar con la Gestión Cultural. Mi proyecto de tesis fue sobre la desaparición de los carnavales en Chile. Somos de los pocos países de Latinoamérica que no contamos con esta manifestación cultural por razones políticas, salvo la Fiesta de La Tirana, pero fue en 2011 cuando resurgió  en la periferia de Santiago.  Levantamos un carnaval en memoria de Víctor Jara y Littré Quiroga. Recordemos que sus cuerpos fueron encontrados entre la línea del tren y el Cementerio Metropolitano, junto a los de otras personas asesinadas por la dictadura.

El vínculo emocional entre tú y Víctor Jara más su legado en la UTE y la Universidad de Santiago, parecen indicar que tu destino estaba escrito, ¿no?

_Sí, en 2020 me titulé, pero ya durante el desarrollo de la carrera tuve la oportunidad de hacer mi práctica en la Fundación Víctor Jara. Fueron tres semestres y me quedé trabajando ahí. Primero fui asistente de documentación en el archivo de la Fundación y hoy soy asistente de investigación y documentación. Actualmente se desarrolla un proceso de recuperación del Estadio Víctor Jara como sitio de memoria y espacio cultural de encuentro. La administración está a cargo del Ministerio del Deporte. Se pretende  que aquellos organismos que han luchado por los derechos humanos, las artes y la cultura tengan mayor relevancia en el rol del estadio. Hay que sacarle provecho al espacio, hoy prácticamente pasa cerrado, solo admite talleres pequeños, pocas actividades grandes como lo es el Festival de Arte y Memoria, una semana al año. Yo sabía la historia de Víctor, pero jamás pensé que terminaría trabajando en la Fundación, aunque me sentía cercana desde mi propia historia a su figura.

¿Has vuelto a la Universidad de Santiago? ¿Qué sientes por ese Campus único que te vio crecer y los académicos que forjaron tu futuro?

_Desde que entré, el sentido de pertenencia con la historia de la Usach fue creciendo una enormidad. He vuelto y sigo sintiéndola como mi espacio. Seguir este camino fue sentir que estaba haciendo las cosas bien…me gusta lo que estudié y donde estoy trabajando ahora. Recuerdo a muchas/os académicas/os, también las charlas del Dr. Julio Pinto; las clases con Mario Garcés (fui su ayudante de investigación); las clases con Cristina Moyano y Rafael Chavarría, fue él quien me motivó a la Gestión Cultural y me recomendó la Fundación para hacer la práctica. Estudiar en la Usach fue fundamental para saber el camino que deseaba recorrer en mi vida. Siento que desde mi trabajo puedo aportar mucho a la cultura, a la memoria y eso me lo enseñó la Usach, la organización estudiantil. Fui parte del Centro de Estudiantes, fui consejera académica y esa experiencia con el conocimiento que comparten los profesores, hace que nuestra alma máter no solo sea un espacio académico, sino de encuentro, desde sus distintas aristas culturales, de saberes, que aún tiene mucho que entregar al país.
 

Autor: 
José Flores
Fotografía: 
Cedida