“Entré a estudiar Trabajo Social porque era una carrera muy diversa en su malla y porque siempre me interesó cambiar el mundo y aportar desde adentro en ese desafío a través del trabajo colaborativo y la reflexión social”. Así es como se presenta Gaby Castro Guerrero, jefa del Departamento de la Inclusión y Derecho a la Diferencia de Vicaviged.
Su madre, también trabajadora social, sería una gran influencia y una imagen en la cual reflejar sus futuros sueños para la sociedad. Su padre, músico autodidacta, por aquella época era trabajador público de Entel y tuvo un paso en un curso para trabajadores que impartía la Universidad Técnica del Estado bajo la administración del rector Enrique Kirberg.
Fueron entusiastas adherentes del gobierno de la Unidad Popular, y detractores de la dictadura. “Mis papás militaron en su juventud, pero cuando quisieron formar una familia dejaron de hacerlo de manera tan activa. Por aquella época, finales de los años 70’ la represión era muy fuerte, pero ellos nos educaron a través de la conversación política y el conocimiento. Siempre nos criaron con la idea que no éramos solo una persona, sino que un conjunto, una comunidad. Tuvimos una formación valórica muy marcada” recuerda la también cientista política.
Terminada la dictadura, su madre que trabajaba en el Ministerio de Relaciones Exteriores, es destinada a Cuba para ser parte del equipo que abriría el consulado de Chile en La Habana. Gaby, teniendo 14 años, abandona el país para conocer una nueva cultura. “En los años 90 se reanudaron las relaciones diplomáticas con Cuba. Mis padres profesaban respeto por la Revolución Cubana. Yo apreciaba mucho su trabajo porque intentaban volver las confianzas entre dos pueblos que no se comprendían durante largo tiempo, pero también generar las confianzas con los compatriotas que habían estado exiliados”, manifestó.
En ese contexto, conoció a muchos chilenos que estaban en pleno proceso de retorno y eso la marcó con intensidad, porque eran personas que aún temían al país por su dictadura, cosa que fue una paradoja para ella, al encontrarse con otro gobierno de corte autoritario. “Creo que con esta experiencia pude haber forjado mi primera idea de liderazgo. Comprendí que las transformaciones más profundas no pasan por un gobierno, sino que por los espacios de resistencia que están más allá de los gobiernos”.
Al llegar a Chile, ingresó a Trabajo Social en la Universidad Católica, lugar en el que se transformó en la presidenta del centro de estudiantes de la carrera, y en donde dio sus primeros pasos en la lucha social. “Esta experiencia fue muy buena, porque Trabajo Social era una isla en la Universidad, un espacio mucho más político en donde pude encontrarme con más personas. Yo vivía en la comuna de La Cisterna, venía recién llegando de La Habana. Todo era diferente, el clima, la nueva cultura chilena. Era el Chile del boom económico, de los jaguares de América Latina, donde proliferaban las conversaciones sobre los programas de Cecilia Bolocco y Kike Morandé, era un Chile más frívolo y superficial al que yo recordaba, pero esto me ayudó para compensar las dos experiencias vividas, tanto en mi país como en Cuba, y el poder avanzar de manera colectiva, sabiendo que eso era lo que me movía como profesional y persona”.
-¿Cómo ha sido la experiencia de asumir una jefatura siendo mujer?
Una de las cosas bonitas de la Usach, es que te da la posibilidad de crecer con el proyecto. No soy una jefatura desde fuera del Departamento, lo que marca una diferencia en tu liderazgo y una mayor legitimidad en el equipo. El ser mujer y ser jefa tiene un montón de implicancias, porque una no es solo una trabajadora, sino que también es madre, esposa, hija y más. Me preocupo mucho de velar por el cuidado de mi familia y hago lo mismo con mi equipo de trabajo, que es muy diverso y en esa diversidad también están sus familias que necesitan cuidados. Me interesa ese bienestar colectivo y que se vea reflejado en la atención con nuestra comunidad universitaria.
-¿Cuáles han sido las dificultades más grandes al asumir este reto?
¿Dificultades en la Usach? Más que nada el trabajo administrativo y la cantidad de normas que rigen a la universidad, pero de las que sí o sí hay que tener conocimiento para lograr estándares de probidad y transparencia. Pero también, es muy importante ver cómo congeniamos la misión del Departamento con las vidas de las personas que vienen acá y que no solo llegan sólo por la discapacidad, sino que además, por sus problemas de trayecto, no contar con diagnóstico tempranos, personas con neurodivergencia que no han sido atendidas, dificultades de salud mental de personas que no tienen recursos, son muchas las intersecciones. Es interesante, pero a la vez es un reto de cómo esto dialoga con la exigencia académica, la calidad de la formación, y las condiciones que tiene el profesorado para formar. Administrar esa constante tensión es complejo a momentos, pues es muy difícil no involucrarse emocionalmente. Lo bueno es que hemos construido en el equipo un espacio de soporte para acompañarnos en nuestra labor.
-¿Cuál es el sello que quieres infundir en tu equipo de trabajo y en la Usach?
A pesar de llevar solo algunos meses en la jefatura, mi impronta tiene que ver con trabajar de manera rigurosa y sistemática. Los procesos de inclusión deben ser planificados y evaluados. El que seamos una universidad que valora la diversidad o la diferencia no es un camino corto, ni puede quedar sólo en el discurso, es un trabajo a largo a plazo, porque implica cambiar contextos, patrones y prejuicios. En el fondo es cuestionar el capitalismo y las formas educativas que trae aparejadas, porque estamos cuestionando que no es el cuerpo hegemónico el que solamente va a estudiar y producir, no es sólo una comprensión del mundo neurotípica, la universidad tiene una gran riqueza de personas con atención divergente, autistas, ciegas, sordas, con movilidad reducida. Esto implica que no existe un tiempo único, hay trayectorias educativas y laborales diversas, con este reconocimiento podemos transformar y dar mayor bienestar a nuestra comunidad y contribuir a la transformación de la sociedad.