Opinión Dr. Pedro Palominos / Juan Barrientos, SmartCityLab Usach

Digitalización laboral: Una discusión pendiente

Los temas laborales son y serán siempre parte sustancial de la agenda de cualquier Gobierno. La fuerza laboral es la base del desarrollo social y por ende del bienestar de cada una de las familias. La huelga iniciada por los trabajadores de Walmart, el cierre de sucursales del Banco de Chile, la propuesta de reducción de 44 a 40 las horas semanales de trabajo y las preocupantes cifras de desempleo nos hacen pensar que una parte de la discusión aún no ha sido suficientemente relevada.
¿Qué está haciendo nuestra economía y nuestra sociedad, en general, para preparar esas generaciones de trabajadores que están entrando al mundo laboral en estos años, que están a punto de hacerlo o, lo que es más preocupante, con aquellos trabajadores que están a 10 o 20 años del retiro y que serán sorprendidos por los múltiples cambios tecnológicos?

De acuerdo a estudios de diferentes organismos internacionales, se prevé que, en las próximas décadas, al menos un tercio de los empleos que hoy existen desaparezcan como efecto de la automatización y digitalización de la función productiva. Los tradicionales puestos de cajeros en el comercio y bancos (a propósito de la huelga de Walmart y los cambios  que  está realizando el Banco de Chile al eliminar todos los puestos de cajeros para transformarlos en “ejecutivos de servicios”), mensajeros o carteros (los estafetas del sector público) y los cada vez más escasos boleteros del Metro pronto se unirán a los ya desaparecidos puestos de ascensoristas, telefonistas, arrendadores de películas, faroleros y mecanógrafos. La tecnología y el acceso a ella se masifican con tal rapidez que son las mismas personas “usuarias” quienes son capaces de operar sus propias necesidades.

Realizar un pago mediante una tarjeta de crédito, enviar correos electrónicos en lugar de cartas, cargar de dinero una tarjeta para el transporte público, descargar contenidos desde la web y encender la luz son conocimientos triviales y básicos para “casi” todas las personas. Así como alguna vez se pensó que no era posible que cualquier persona operara por sí misma un ascensor, hoy es posible entender que las personas por sí mismas y (lo que es más llamativo) desde cualquier lugar del planeta son capaces de procesar un pago o una compra, ya sea que esté adquiriendo verduras en el supermercado de la esquina o esté comprando unos palillos chinos en Beijing a través de una plataforma digital.

A propósito de la estéril discusión de si son necesarias más o menos horas presenciales de los trabajadores en sus oficinas, no se ha puesto como eje central de esta discusión cuáles son las habilidades que los trabajadores deben manejar de manera urgente para no quedar obsoletos a futuro, pero no en un futuro de ciencia ficción, sino en un plazo tan próximo como 5 o 10 años.  Hoy, cuando vemos la tímida, pero irrevocable presencia de tótems de autoservicio en los supermercados, nos preguntamos qué hacen las personas mayores que no saben operar dispositivos virtuales o un simple código de barras. Ello justifica que en la actualidad se mantengan las personas con función de cajeros (entendiendo que ellos poseen el conocimiento tecnológico para la operación de venta). Sin embargo, debemos tener certeza de que en un plazo no superior a 10 años todos y todas sabrán operar esos tótems. Por lo tanto, ese conocimiento tecnológico dejará de ser patrimonio de un cargo o función.

¿Qué está haciendo nuestra economía y nuestra sociedad, en general, para preparar esas generaciones de trabajadores que están entrando al mundo laboral en estos años, que están a punto de hacerlo o, lo que es más preocupante, con aquellos trabajadores que están a 10 o 20 años del retiro y que serán sorprendidos por los múltiples cambios tecnológicos? La re-educación, la re-conversión, la re-invención son clave, pues si de algo podemos tener certeza es que lo que hoy sabemos, en muy poco tiempo (o quizá ya hoy mismo) lo sabe todo el mundo y, por ende, lo puede aplicar. Esta revolución industrial 4.0, como se le ha llamado, nos invita a re-pensar la manera en que la educación (desde la pre-escolar a la superior y de postgrado) están apuntando sus brújulas en este sentido e, incluso, nos lleva a pensar en la pertinencia a largo plazo de las profesiones tales y como las conocemos hoy, toda vez que cualquier conocimiento está disponible en la red, solo bastando una conexión y par de clics.

Que no se nos vaya el tiempo pensando en las 4 horas menos de presencia física del trabajador en su cubículo. Aprovechemos la instancia para pensar cómo nos estamos preparando para el futuro laboral que está aquí, a la vuelta de la esquina.