Soy Usach
Pedro Landeros, doctor en Ciencias Físicas: “La Universidad de Santiago es mi alma máter”
Patricia Jorquera, bioquímica y doctora en microbiología: “La Usach me dio bases sólidas para llevar mi carrera a este nivel”
Patricia Jorquera, bioquímica y doctora en microbiología: “La Usach me dio bases sólidas para llevar mi carrera a este nivel”
Recuerda que desde pequeña hacía experimentos, pero también rompía o desarmaba juguetes tratando de entender cómo funcionaban. Ya tenía esa curiosidad innata que se tradujo a la larga en querer saber cómo funcionan los virus respiratorios y usar esa información para generar vacunas. Hoy desde la empresa estadounidense de biotecnología, Moderna, recuerda su paso por la Universidad de Santiago donde estudió Bioquímica, en la Facultad de Química y Biología, y se transformó en una destacada doctora en microbiología, pese a que algunos le decían, cuando inició sus estudios, que los virus no le interesaban a nadie.
Su papá es corredor de propiedades y su mamá administradora de empresas. Su hermana educadora de párvulos, pero del área de la investigación es la única que buscó ese campo. Dio la Prueba de Aptitud Académica y entró el 2001 a la Usach, sin saber que años más tarde se especializaría en Estados Unidos y la pandemia haría entender a sus padres –por fin, dice- la importancia de lo que ella hace. Es doctora en Microbiología con especialidad en Virología. En Moderna se desempeña en el área de selección de antígenos que van a ir en vacunas, por ejemplo independiente del virus, su función es entender cómo funciona ese patógeno, cuál es el componente particular de ese microorganismo y si se puede ocupar en una vacuna.
¿Qué recuerdas de tu experiencia en la Universidad de Santiago?
- Me gustaban mucho las clases en la Usach. Nunca reprobé un ramo. En la Universidad de Santiago convergen personas de distintas clases sociales y conoces a gente que viene del ABC1 y otras más modestas, cosa que no ocurre tanto en otros planteles como los privados. Tuve muy buenos docentes y fueron ellos los que me motivaron a seguir la carrera de virología. Las ganas con las que trabajaban y su pasión se contagiaba.
Patricia tiene especiales palabras de agradecimiento para los académicos Eugenio Spencer y Ana María Sandino. “El profesor Spencer tenía el laboratorio de virología en aquel entonces. Yo entré a trabajar con él cuándo comencé a aprender en investigación a finales del 2004 y estuve ahí 2 años. Me interiorice en virología y así fue como postule a un doctorado, porque requería seguir en una carrera en virología. La Dra. Sandino fue mi tutora de tesis en bioquímica, es una mujer muy inteligente y proactiva y fue muy importante verla como se manejaba en el día a día. El profesor Spencer es muy respetado y gracias a él establecí contactos en Estados Unidos; terminé haciendo mi tesis doctoral acá. De hecho fue mi cotutor en mi tesis de doctorado y Ana María mi tutora de pregrado que fue sobre un virus que infectaba y se reproducía en el salmón (IPNV).
Patricia llegó al país del norte en 2008 a terminar su doctorado en la Universidad de Carolina del Norte y trabajó con virus respiratorios. Hizo un postdoctorado en la Universidad de Georgia, y después, se desempeñó como científica en el Departamento de Enfermedades Infecciosas de la Facultad otros 3 años. Se perfeccionó en el estudio de virus respiratorios tales como la influenza, sincicial y Coronavirus. En 2017 se abrió una posición en el CDC (Centers for Desease Control and Prevention), entidad del gobierno en Atlanta, Estados Unidos, que se encarga de estudiar enfermedades infecciosas, donde monitoreaba los virus de influenza que circulaban en el mundo analizando si aparecía alguno que fuera distinto y si era necesario hacer un upgrade de la vacuna.
A principios del 2019 se fue a Boston e ingresó a Seqirus, una de las tres farmacéuticas más grandes de ese país que produce vacunas de influenza, donde trabajó directamente con el Coronavirus en el laboratorio. Un reclutador de Moderna la ubicó por Linkedin, ya que buscaban una persona que tuviera experiencia trabajando con más de un virus respiratorio y ya estaban produciendo una vacuna para Coronavirus. Empezó a trabajar en septiembre, cuando la firma iniciaba la fase 3 de la investigación; gran parte de desarrollo in vitro ya se había realizado y la vacuna estaba siendo probada en humanos. Ella es una de los cerca de 30 científicos que trabaja en el equipo de enfermedades infecciosas. Pertenece al grupo de diseño de antígeno, donde hay 4 expertos que investigan el genoma de los virus.
¿Qué representa la Usach en tu exitosa carrera profesional?
- La Usach académicamente me dio las bases sólidas para seguir estudiando y llevar mi carrera a este nivel. Si no hubiese aprendido a trabajar en laboratorio y en bioquímica en general no estaría donde estoy actualmente. Aprendí a relacionarme con personas de distintos lugares. Yo nunca consideré salir al extranjero, pero conversar con profesores que si lo habían hecho, escuchar sus experiencias, aprendizajes, lo rico que es salir y absorber otras culturas, me impulsó a continuar mis estudios. En la Usach recibes como un entrenamiento aparte, porque trabajar con pocos recursos te hace ser más imaginativo y encontrar fórmulas de hacer mucho con lo poco que tienes. Aquí en Estados Unidos tu compras un kit y listo .No se imaginan todo el trabajo que hay detrás. Si falla no tienen idea de cómo arreglarlo tampoco.
¿Adviertes diferencias entre la educación que se entrega en nuestra Universidad con la que observas en Estados Unidos?
- No veo mucha diferencia. Una de las ventajas de estar en EE.UU es que es un lugar donde convergen personas de todo el mundo. En el equipo con que trabajo en Moderna hay personas de Suiza, Australia, Francia y México. Comparando mi formación con la de ellos, no siento que haya una desventaja. Los doctorados en Chile siento que son un poco mejor porque acá duran 4 años, pero tu pregrado y postgrado allá en nuestro país son más largos, te preparan más en el laboratorio. Yo he conocido profesionales que sacan su título de bioquímico sin haber puesto jamás un pie en un laboratorio. Ese año extra de investigación que hacemos en Chile, acá no está. En cuanto a conocimientos, nuestro país tampoco está en desventaja. Trabajando con otros científicos no siento que mi saber sea mayor o menor que el de ellos, sino que es más bien parejo.
El Coronavirus en Chile
Hay preocupación en nuestro país sobre una eventual segunda ola. ¿Qué análisis haces del comportamiento de la población frente a este virus?
-“Mi familia y la de mi esposo están en Chile y estoy preocupada. Se viene el verano allá y la gente no está teniendo las precauciones debidas; es súper fácil relajarse. Como las vacunas han tenido buena eficacia muchos creen que van a estar disponibles a fin de año o en enero de 2021, pero eso no es así. Una cosa es que hayan terminado los estudios clínicos y otra muy distinta es su distribución y que llegue a todos. Sería conveniente que la población continúe limitando contactos, que sigan en sus casas, pero sé que es muy difícil que eso pase en verano. Acá la gente iba a las playas como que no pasara nada, se acabó el verano vino la tercera ola y tenemos más casos de los que teníamos antes.
Si bien Patricia no puede hablar mucho de la inyección de Moderna, remarca que las vacunas de RNA no son estables en el freezer normal, se requieren congelar a -70 y-80 y seguramente los hospitales en Chile no cuentan con refrigeración de ese tipo para almacenar un millón de dosis, por ejemplo. Un objetivo de Moderna fue modificar la vacuna para ocuparla idealmente a 4 grados que es la temperatura de un refrigerador.
Mientras no llega la inmunidad, la doctora en microbiología recalca que es clave usar la mascarilla y lavarse las manos.” Yo le digo a mis familiares y amigos de Chile que no relajen los cuidados, el virus aún está activo", concluye.
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Carlos Henríquez, Ingeniero Comercial mención Economía: “La Usach es mi alma máter y un espacio de formación y encuentro para aportar a la sociedad“
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Estudió Ingeniería Comercial mención Economía, en la Facultad de Administración y Economía, FAE, porque veía en esta carrera la posibilidad de dirigir proyectos que permitieran transformar las organizaciones y aportar a la comunidad. “Siempre fue un medio para aportar a lograr ese objetivo”, puntualiza.
Carlos Henríquez proviene de Putaendo, y sabía de la tradición de la Universidad de Santiago, “una de las mejores Casas de Estudios del país, que tiene un sello de diversidad y una mirada social que aporta al desarrollo. Por eso me vine a estudiar a la capital. Di la Prueba de Aptitud Académica. Si no quedaba en la Usach me iba a estudiar a Valparaíso, pero siempre fue mi primera opción”, recuerda.
Hijo de un profesor normalista y su madre dueña de casa, además de secretaria en parte de su tiempo, con una hermana enfermera, él fue primera generación en ingresar a la Universidad, pero fue toda una aventura instalarse en la capital siendo provinciano. Sus seis años de Ingeniería Comercial, que los vivió en la residencia universitaria Cardenal Caro con 100 estudiantes de otras carreras y universidades, los pagó con parte importante del Fondo Solidario.
“Más allá de que encuentro un gran paso la educación gratuita para los que tienen menos, yo cancelé 12 años mi crédito y creo que es una retribución generacional hacia los que vienen. Yo soy un agradecido de esas posibilidades”, sostiene.
Carlos Henríquez dice tener lindos recuerdos del día 1 de ingreso al Plantel; de amigos muy diversos, que provenían de lugares muy distintos, de Santiago, de regiones, con espacios de encuentro y aprendizaje. “Me gustó mucho la Facultad. Fui presidente del centro de alumnos de Ingeniería Comercial, participé de grupos de acción social en trabajos comunitarios. Terminé vinculado también como presidente de la Feusach y Consejero Académico. Recibí una formación universitaria integral donde debatíamos, conversábamos y aprendíamos de la diversidad, construyendo Universidad y pensando en una sociedad con bienestar para todos.
¿Adviertes diferencias entre el Ingeniero Comercial de nuestro Plantel y el de otras Universidades?
- Yo creo que hay una fuerte formación en habilidades y contenidos que uno tiene que desarrollar, pero esta impronta de una vinculación más con la sociedad y aportar desde la Ingeniería a proyectos públicos y privados, como también crear valor hacia la comunidad, diferencia a la Usach de otras universidades; además de ser un espacio de encuentro social que es muy importante donde si bien necesitamos tener identidad local, también debemos ser ciudadanos globales. Ambas ayudan a que los proyectos se implementen y también tengan el sello de un trabajo en equipo.
Carlos sacó su carrera en seis años porque dedicó un año a la Federación de Estudiantes el 2001, tiempo que, a su juicio, fue un aporte y un servicio que quiso brindar a la Universidad. “Todo ese proceso fue un gran aprendizaje para mí, en debatir, conversar y liderar, que te ayudan a crecer y desarrollarse plenamente cómo profesional más adelante, en lo público o en lo privado. Son habilidades que adquieres para adoptar rasgos distintivos que te apoyan para aportar más valor a la organización donde estés”, destaca el ex presidente de la Feusach.
Recuerda que la Federación de entonces compartía tres intereses: “Venir a la Universidad no solo a sacar su carrera, sino que a aportar a la transformación, con conversaciones desde las mallas curriculares, pasando por el tema social, político y una línea de profesores y estudiantes que trabajaban en esa dirección. Un segundo objetivo era atender las demandas para que nadie dejara la Usach por razones económicas; y tercero, la proposición de propuestas hacia la Universidad y el sistema educativo, que corrió la línea para dar un poco de aire, transformar la educación en un derecho y por otro lado la responsabilidad social de todo profesional de retribuir desde donde esté a la Universidad y al país”.
Carlos tras egresar, fue docente en la FAE, hizo un diplomado en Gerencia Pública y un Magister en Gestión y Políticas Públicas de Ingeniería Industrial en la Universidad de Chile. Fue consultor, pero la pasión por lo público y lo educativo, lo llevó a la Seremi de Educación en Valparaíso; fue gerente general de la Corporación de Educación Municipal de Maipú; arribó luego al Ministerio de Planificación, dirigió el Centro de Evaluación de la Universidad Católica, MIDE UC y lideró durante casi seis años la Agencia de Calidad de la Educación.
Actualmente tienes el privilegio de aportar desde la Unesco a las transformaciones educativas con un sentido más ciudadano y un mundo más inclusivo.
- Sí, estoy a cargo del Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación, LLECE. Es una instancia de cooperación sur-sur hace más de 25 años. Tiene una evaluación que es el ERCE, más antiguo que PISA y que nace con un sentido que no es el de hacer ranking entre países, sino que entregar información de qué estamos haciendo bien y en que mejorar. No es igual a calidad, pero busca aportar a la toma de decisiones para la mejora en todos los niveles.
El próximo año vamos a lanzar los resultados del estudio aplicado, y nos sentimos privilegiados de haber sido los últimos en recoger información antes de la pandemia, para saber dónde están los aprendizajes y establecer una caracterización para que, sobre la base de eso, le haga sentido a los países y a los gobiernos y distintas entidades, qué decisiones priorizar para avanzar. Por otro lado buscamos liderar espacios, encuestas e intercambios de información para caracterizar hoy día las demandas del sistema escolar, las cosas que apremian a estudiantes y profesores, como también ayudar a movilizadores de la agenda educativa y de equidad para nadie se quede atrás.
En esta trayectoria profesional, ¿cómo ves a la Universidad de Santiago de hoy?
- Es difícil decirlo en pocas palabras porque yo tengo una muy buena experiencia de lo vivido. La Usach es un espacio de formación, de encuentro, de desarrollo para aportar a una sociedad con proyectos, pero también transformarlos en microespacios. A mí me gusta la mirada social de la Usach, porque además si tenemos que meter los zapatos al barro nadie se resta, en todas las carreras y en equipo. Lo que ha hecho la Usach en el último tiempo permite ir profesionalizando, para seguir dando pasos en esa dirección.
En esa misma línea, nuestra Universidad ha recibido el reconocimiento de sus pares y de la ciudadanía por su gestión de poner fin al subcontrato. ¿Has seguido este proceso?
- Yo tengo el mejor recuerdo de la gente de servicios generales, que nos ayudaba mucho a cuidar los espacios porque son para todos. Muchas veces la externalización hace que sus derechos sean menoscabados y la posibilidad de relevarlos es un avance muy sustantivo. En su momento se veía muy inviable. Creo que es un avance importante para que se pongan al servicio de la Usach, y que reciban este realce es muy merecido, pero por cierto creo que es necesario hacerles un llamado a cuidar estas iniciativas para que sean sustentables en el tiempo. Que lo público sea sinónimo de derechos para los trabajadores, pero también de servicios bien prestados. Este es un sello imprescindible que debemos cuidar y tener todos aquellos que hemos trabajado en organizaciones públicas, para generar valor público al servicio de los ciudadanos.
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Cecilia Iriarte, Bachiller en Ciencias y Humanidades. Licenciada en Enfermería: “Donde voy digo con orgullo que soy de la Usach. Soy promotora de cambios”
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Cecilia Iriarte estudió su enseñanza media en el Liceo 7 de Providencia. Sus profesores las guiaban para que sus próximos pasos académicos fueran en la Universidad, sin embargo en su caso eran tantas las áreas de interés que no tenía mucha claridad de su decisión: profesora, psicóloga o enfermera. Por eso fue tan importante para ella ingresar al Programa de Bachillerato de la Universidad de Santiago. Si bien no le fue mal en la PSU, el puntaje no le alcanzaba para estudiar enfermería en la Universidad Católica, que era su primera opción. Había un antecedente que sería potencialmente poderoso para ingresar a nuestro Plantel. Sus padres se conocieron en la Universidad Técnica del Estado, pololearon allí y tras estudiar las carreras de Pedagogía en Mecánica Industrial en Herramientas y Pedagogía en Ciencias Naturales con mención en Química, se casaron. Recuerda que en su hogar era frecuente ver fotografías de ellos en los jardines de rosas o en el casino de la Universidad donde nació el amor, así que fue emocionante para ella ingresar al Programa de Bachillerato y caminar por esos mismos lugares donde sus papás orgullosos sacaron adelante sus carreras y donde surgieron los cimientos de una bella familia.
Bachillerato su primera estación
Cecilia, ¿Cuál es la importancia que le asignas al haber ingresado al Programa de Bachillerato?
-Tras rendir la PSU mis deseos eran estudiar enfermería o psicología. Entrar a Bachillerato me permitió tomar una decisión consciente; vivir la experiencia académica universitaria y elegir desde adentro. Estudié con Fondo Solidario y con la Beca Hijo de Profesor, que era un aporte al arancel. Lo que tiene de especial la Usach es que su Bachillerato es en Ciencias y Humanidades, entonces no lo divide. A uno lo educan en filosofía, en pensamiento matemático, en desarrollo del lenguaje y en el área científica. En el segundo semestre escoges electivo y comienzas a diferenciarte. Con las notas del primer año uno ya postula y los mejores van quedando. En segundo año puedes tomar los créditos de la carrera y es como si estuvieras cursando las dos carreras. Por ende, tú sales como Bachiller en Ciencias y Humanidades, y luego como Licenciada en Enfermería en la Facultad de Ciencias Médicas con el título de Enfermera, en mi caso.
Tú provenías de un liceo emblemático con una base más sólida de la enseñanza media, pero me imagino que también tenías compañeros en Bachillerato a quienes les costaba un poco más.
-Sí, observaba que había diferencias de comprensión propias de la enseñanza que te ha dado el colegio. En el año que ingresé, también fue el primero del Propedéutico, que tomó a estudiantes de colegios de nivel técnico de colegios rurales, de comunas más alejados que pudieron sumarse a Bachillerato. La hipótesis era que los talentos estaban igualmente repartidos, independiente de donde provenías. Yo tenía compañeros de estudios cercanos que venían del Propedéutico, pero en el fondo el esfuerzo y la constancia en el estudio ayudó a que saliéramos todos adelante. Esa mixtura fue positiva para ambas experiencia.
Me comentabas que la Universidad de Santiago no era tu primera opción para seguir tu Educación Superior. ¿Cambió tu opinión con el paso de los días?
-Debo reconocer que una vez adentro no pude haber estudiado en mejor Universidad que en la Usach. Realmente uno ve la universalidad en nuestra Casa de Estudios. Somos partícipes de una ciudad universitaria donde están todas las carreras juntas. Eso enriquece mucho el compartir. Al final con Bachillerato terminamos todos repartidos por la Universidad y generando contacto entre las carreras después. Se amplía mucho el pensamiento y uno se transforma en un agente y promotor de cambio. Creces mucho mentalmente. Se hace la diferencia entre ser estudiante hijo de obrero y ser cliente. Yo no iba a la Usach solo a estudiar, sino que a ser una promotora de cambios, que tú aprendes no solo en el aula, también en los pasillos del Plantel. Eso es muy importante en tu formación.
¿En qué momentos decides que Enfermería será tu profesión?
-Va a sonar infantil tal vez, pero desde niña quise ser un poco súper héroe y la búsqueda de mi profesión iba por ese lado; quería ser un aporte a la sociedad; quería ser profesora o psicóloga. En Bachillerato distintos profesionales nos hablaban de sus carreras. Cuando fue la enfermera a explicarnos lo que hacía, yo casi me puse a llorar de emoción. Eso era lo que quería para mí, la profesión englobaba todos los talentos que poseo. Me preguntaba por qué tenía que decidir entre lo científico y lo humanista si no están separados. Enfermería integraba ambos mundos. Fueron cinco duros años estudio, donde si bien había falta de recursos, por ejemplo no teníamos sala de simulación, en el aula nacía el criterio y el arte. Para practicar punción lo hacíamos entre nosotros. No había muñeco. El hecho de prestar el brazo al compañero para que te pinchara, hacía que viviéramos en carne propia, en la práctica, lo que siente un paciente temeroso. Son 4 años de teoría y práctica. A partir del segundo año comienza ya la labor al interior de los hospitales. Íbamos desde las 8 de la mañana hasta el mediodía a los hospitales, para después volver a la Usach a clases hasta las 7 de la tarde. En cuarto año hice la tesis y en quinto año los internados. Mi generación no hizo examen de grado.
¿Cómo fue tu primer internado?
-Mi primer internado lo tuve en oncología infantil. Trabajar con niños con cáncer es fuerte, pero es una especialidad en que aprendes tanto que al final uno crea facilidades. El Instituto Nacional del Cáncer es para adultos (donde trabajo hace seis años), está orientado a personas mayores de 15 años en adelante. El cáncer también tiene su lado especial. Es duro, pero los niños tienen mejor resiliencia que los adultos. Generalmente son ellos los pilares que soportan a sus padres. En mi trabajo siempre he querido demostrar con conocimiento y con mi presentación que soy una profesional íntegra. Nuestros académicos nos inculcaron desde el internado que somos los mejores. Cuando compartíamos con compañeras de otras universidades, las mismas profesoras guías, las enfermeras clínicas nos decían que a ellas podían pedirles cierto límite, pero a nosotras que veníamos de la Usach nos exigían el doble o el triple porque nosotros dábamos mas, rendíamos más. Es que el usachino y la usachina se notan en la parada. Saben lo que quieren. Mis colegas en el Instituto que provienen de nuestra Universidad generalmente son más resueltas, mas proactivas, siempre innovando. Son jefaturas o son subrogantes. Por eso siento que la Universidad de Santiago es mi alma máter. Fue una gran experiencia estudiar allí. Hasta el día de hoy, con mucho orgullo digo que soy egresada de la Usach, porque se nota el sello de mi Universidad.
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