Usach y su modelo de baños universales: infraestructura pública que amplía derechos

El Ministerio de Obras Públicas destacó a la Universidad de Santiago de Chile por su implementación de baños universales, al tratarse de un proyecto que transforma políticas inclusivas en infraestructura concreta, promoviendo la equidad y el respeto a la diversidad. 

Fotografía de Baños Universales. A la derecha espejos y lavamanos. A la izquierda, puertas de los diferentes cubículos de la infraestructura.

En su reciente publicación “Ampliando Derechos, Género y Diversidades: conceptos y criterios de diseño en la edificación pública”, la Dirección de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas reconoció a la Universidad de Santiago de Chile como una de las instituciones que ha logrado traducir en obra concreta una política institucional orientada a la inclusión. 

El caso destacado fue el diseño e implementación de baños universales, accesibles y para todos los géneros, una medida que refleja el compromiso de la universidad con un modelo arquitectónico al servicio de la diversidad.

De acuerdo con el director de Planificación y Desarrollo Territorial, Sebastián Vizcarra Barahona, la iniciativa fue posible gracias a una larga trayectoria de trabajo interno encabezado por distintas unidades, entre ellas el Departamento de Inclusión y Derecho a la Diferencia; la Dirección de Género, Diversidad y Equidad, y la Unidad de Infraestructura. “La idea venía gestándose hace años, por lo que nosotros llegamos a ejecutar algo que la comunidad solicitaba desde hace tiempo. Fue una oportunidad de recoger todas esas conversaciones previas y materializarlas”, explica.

El baño intervenido originalmente estaba cerrado tras una remodelación fallida. Frente a la necesidad de repararlo, surgió la posibilidad de transformarlo en el primer baño universal de nuestro plantel. El diseño, liderado por los arquitectos Dixon Vázquez y Felipe Cabrera, consideró una instancia participativa que incluyó a la Mesa de Accesibilidad compuesta por representantes estudiantiles, estudiantes en situación de discapacidad, la Dirección de Género, el Departamento de Inclusión, y la Unidad de Diseño de la Dirección de Planificación y Desarrollo Territorial.

El resultado es un espacio completamente accesible, seguro y neutro en términos de género, que busca ofrecer privacidad sin perder de vista la vigilancia colectiva. El desafío principal fue justamente ese: conciliar privacidad y seguridad. “Este tipo de baños exige un alto nivel de resguardo para cada persona, como el baño de una casa, pero eso debía armonizarse con condiciones de seguridad comunitaria”, indica Vizcarra. Para ello se optó por rejas móviles en ambas fachadas, espejos de gran formato que permiten visibilidad y transparencia desde el exterior, y una organización del espacio que involucra a la comunidad como garante de su buen uso.

Desafío de inclusión arquitectónica

Para la Dirección de Género, Diversidad y Equidad de la Usach, este proyecto simboliza algo más profundo que una intervención arquitectónica. “El trabajo que se realizó con los baños género neutro tiene como sinónimo la palabra colectivizar”, afirma su directora, Dra. Yenniffer Ávalos Carrasco. Esa colectivización, agrega, se expresa tanto en el diseño participativo como en la decisión de no reparar en las diferencias individuales al momento de concebir los espacios. “No se trata de marcar lo que nos hace personas distintas, sino de usar la estructura existente para construir oportunidades de inclusión y mitigación de barreras”, señala.

A pesar del avance, la implementación de baños inclusivos no ha estado exenta de resistencias. Desde la Dirección de Género reconocen que la aceptación no ha sido automática. “Son espacios seguros para personas trans y no binarias, pero hay quienes aún prefieren los baños tradicionales. Como comunidad debemos estar atentas y atentos a esas percepciones para garantizar que la diversidad sea un bien compartido, sin exclusiones”, puntualiza la Dra. Ávalos.

El reconocimiento del Ministerio de Obras Públicas -una cartera que maneja gran parte del presupuesto nacional en infraestructura- ha sido interpretado como un respaldo institucional significativo. “Es un espaldarazo. Una validación de que estamos en el camino correcto”, destaca Vizcarra. Y no es un caso aislado: ya existe un segundo baño universal en la Facultad de Ciencias Médicas, y un tercero aprobado recientemente para la Escuela de Artes y Oficios, donde se espera iniciar su licitación dentro de los próximos meses.

Más allá de los baños, el desafío de la inclusión arquitectónica en la Usach es de largo aliento. El campus, con más de 35 hectáreas y 215 edificios -muchos de ellos del siglo XIX-, enfrenta obstáculos estructurales para la implementación de accesibilidad universal. Aun así, se han iniciado planes para reactivar ascensores en desuso, certificar otros y proyectar la llamada “ruta accesible”, una red de circulación interna pensada para personas con movilidad reducida. Las primeras obras están planificadas para mediados de este año y consideran mejoras en pavimentos, eliminación de desniveles y señalización podotáctil, junto con un sistema de iluminación que refuerce la sensación de seguridad.

La directora de Género concluye que estos avances deben ir acompañados por una cultura del cuidado. “Como universidad debemos avanzar en infraestructura crítica como los baños, pero también en iniciativas comunicacionales que promuevan la corresponsabilidad. Los espacios seguros no solo deben ser garantizados por la autoridad: también deben ser cuidados por toda la comunidad”, enfatiza.

Así, lo que comenzó como una necesidad puntual se ha convertido en un modelo replicable: una política institucional que se vuelve tangible y cotidiana, y que hoy posiciona a la Usach como un referente en infraestructura inclusiva en la educación superior chilena.

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