Experto sostiene que la nueva Ley de Etiquetado requiere ser explicada, sobre todo en colegios

  • “Lo que me preocupa es que el consumidor chileno no tiene mayor educación de lo que significa una alta concentración de sodio, por ejemplo”, afirma el académico de la FAE, Enrique Marinao, ante la Ley de Etiquetado que entra en vigencia el 27 de junio.

 




El cuerpo legal establece que los envases o etiquetas de los alimentos altos en calorías, azúcares, sodio y grasas saturadas, deberán advertir en la cara principal  los ingredientes y aditivos que contienen. Se trata de un octógono de fondo negro y letras blancas similar a un signo ‘pare’.

“Lo que me preocupa es que el consumidor chileno no tiene mayor educación de lo que significa una alta concentración de sodio, por ejemplo”, afirma el académico de la FAE y especialista en comportamiento del consumidor, Enrique Marinao, ante esta Ley de Etiquetado que entra en vigencia el 27 de junio.

“Aunque funcionalmente el consumidor racionalice que una barra de chocolate tiene calorías, la información que maneja es muy difusa en este minuto”, explica.

Añade que así como está redactada, esta ley sería solo “paliativa”, descartando sus efectos en el corto plazo. “Nuestros consumidores por cultura van a leer y, en un principio, van a seguir consumiendo exactamente lo mismo. Esa medida va a tener los efectos esperados en el mediano y largo plazo”, explica.

Programas de educación

Especifica el experto que el consumidor queda invisibilizado, porque no se ha considerado su racionalidad para recibir la información de los distintos etiquetados, lo que se podría corregir con un programa educativo en todo el país, especialmente en los colegios.

Insiste que los establecimientos educacionales tienen que incluir actividades didácticas y físicas que promuevan hábitos de alimentación saludable, como señala la ley. “El Estado debe construir una campaña educacional de buena alimentación o de consumo para el buen vivir”, enfatiza.

Desde la industria, los reparos a esta disposición ya han comenzado a manifestarse. De hecho, CCU criticó que la norma pudiera derivar en un impuesto específico a estos alimentos. Sin embargo, Marinao señaló que una medida de este tipo podría desincentivar el consumo de estos productos, toda vez que su aplicación redundaría en subir sus precios, como ha ocurrido en el caso del tabaco, por ejemplo.

“Yo lo encuentro recomendable. Si el objetivo de este impuesto va en cuidar la salud en términos del consumidor final, es bienvenido”, señala el doctor en ciencias empresariales. “Para el buen consumo en virtud de la buena salud de la población, hay que aplicarle un impuesto”, insistió.

Finalmente, el experto criticó la preocupación solo por maximizar las utilidades de la industria en desmedro del consumidor para el que producen. Por eso, instó a tener una actitud más proactiva en términos de transparentar la información nutricional de estos alimentos, pensando en quienes los consumen.

“Si vamos a regular, hay que regular en términos de que el consumidor tenga la información necesaria”, sostuvo.
 

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