14 estudiantes de la Escuela de Nivelación de Trabajadoras/es Usach cumplen con el objetivo de aprender a leer y escribir

El grupo podrá continuar, en 2023, con las clases para preparar el examen de equivalencia de estudios -llamado Octavo Laboral-, el que les permite acreditar el nivel de escolaridad que se requiere para poder trabajar en el sector público.
Del grupo de veinte estudiantes, catorce se graduaron. Esto les da la posibilidad, en 2023, de continuar con las clases para preparar el examen de equivalencia de estudios llamado Octavo Laboral, el que les permite acreditar el nivel de escolaridad que se requiere para poder trabajar en el sector público. Si pasan la prueba, comenzarán el proceso de transición desde el contrato de trabajo que mantienen con la Sociedad de Desarrollo Tecnológico (SDT) al de funcionarias/os públicas/os de la Usach.

La RAE define a un/a analfabeto/a como alguien que no sabe leer ni escribir. Estas forman parte de un fenómeno denominado analfabetismo, el que se refiere a una parte de la población que una vez finalizada la edad escolar, no adquirió estas habilidades. Según la última encuesta Casen, actualmente en nuestro país existen 516.000 personas en esta situación. Esta es una realidad que en nuestra comunidad universitaria se vive diariamente, pero que comenzó a cambiar.

El 23 de abril de 2022, Victoria González Ojeda y Claudia Quezada Quintana comenzaron a trabajar con un grupo de personas del Plantel con estas carencias. Ambas se conocieron en nuestra Casa de Estudios. La primera, está en el penúltimo semestre de Pedagogía en Educación General en Educación Básica, con mención Lenguaje e Historia. La segunda, es la directora de la enseñanza básica del Liceo Experimental Artístico (LEA), uno de los establecimientos escolares administrados por la Usach.

Ambas fueron contactadas por la coordinación de la Escuela de Nivelación de Trabajadoras/es Usach para que alfabetizaran a la primera generación de estudiantes.

“Fue súper azaroso, porque estaba buscando trabajo dentro de la Universidad de Santiago y surgió el proyecto. Yo me inscribí como ayudante de Lenguaje y Comunicación para hacer los cursos de octavo laboral, pero un día llegué a trabajar y me dijeron que los ayudara en alfabetización”, recuerda la estudiante de pedagogía y asistente pedagógica de la iniciativa.

Para Claudia Quezada esta es su primera experiencia alfabetizando adultas/os, por eso cuando le ofrecieron realizar clases a trabajadoras/es del Plantel aceptó, puesto que representaba “una oportunidad muy bonita y desafiante, ya que son personas que han llegado a esta etapa de la vida sin saber leer ni escribir. Eso me llamó y me sigue llamando la atención: ¿cómo la gente aprende a desenvolverse así? Es increíble”, remarca la profesora.

Lo primero: reconocer las vocales

Las clases de alfabetización comenzaron en abril de 2022. En un principio no eran más de cinco personas las que asistían, luego se fueron incorporando estudiantes hasta alcanzar las/os veinte integrantes, cuyas edades varían entre los 37 y 67 años. De ellas/os, catorce lograron el objetivo de aprender a escribir y leer; por ello, fueron reconocidas/os en una ceremonia que se realizó en diciembre, en el Aula Magna de nuestra Casa de Estudios.    

Victoria González, explica que las/os estudiantes partieron desde lo más sencillo: “Reconociendo las vocales, porque sabían el sonido, pero no sabían reconocerlas visualmente”. Luego pasaron a estudiar el alfabeto completo.  Una vez que reconocían sonidos y unían las letras, comenzó el trabajo de comprensión lectora.     Además, “incluimos matemáticas, que también lo consideramos relevante para ellas/os. Por lo tanto, les entregamos ese tipo de herramientas para que pudieran desenvolverse en su día a día”, asegura la futura profesora.

A su juicio, facilitar estos conocimientos a personas adultas es equivalente a “quitarles una venda… Era algo impactante. Ellas/os vienen con un montón de conocimientos de la vida, no del colegio ni de la universidad, sino de la vida”, resalta.  

Por este motivo, Claudia Quezada indica que cuando las/os trabajadoras/es lograban leer, comprender y responder preguntas sobre un texto era “un logro para ellas/os y para nosotras. Recuerdo cuando veíamos con Victoria (González) que no estaban logrando lo que teníamos preparado para una clase, yo les decía ‘qué les parece que nos quedemos una hora más´ y respondían ´lo que usted diga, profesora´ ; eso no pasa en ningún curso”, comenta sonriendo.

Debido a sus obligaciones laborales, estas/os trabajadoras/es deben ser alfabetizadas/os de una manera distinta a niñas y niños en etapa escolar, ya que en ese periodo está “la posibilidad de desarrollar predictores de la lectoescritura, que son otras habilidades que van enlazadas a esta etapa, para después iniciar este proceso. Se pueda hacer hasta tercero básico. Sin embargo, esa posibilidad es imposible en este contexto. Entonces entramos por medio de la memoria y lo visual”, señala Claudia Quezada.

Del grupo de veinte estudiantes, catorce se graduaron. Esto les da la posibilidad, en 2023, de continuar con las clases para preparar el examen de equivalencia de estudios llamado Octavo Laboral, el que les permite acreditar el nivel de escolaridad que se requiere para poder trabajar en el sector público. Si pasan la prueba, comenzarán el proceso de transición desde el contrato de trabajo que mantienen con la Sociedad de Desarrollo Tecnológico (SDT) al de funcionarias/os públicas/os de la Usach.

Lo anterior está estipulado en el ‘Acuerdo por el fin al subcontrato y el bienestar en el trabajo’, firmado en 2019, por distintos estamentos de la Universidad de Santiago de Chile. Por aquella época, Jessica Bustos Pereira, estudiante cuarto año de Pedagogía en Matemática y Computación y coordinadora pedagógica de la Escuela de Nivelación, era secretaria ejecutiva de la Federación de Estudiantes de nuestro Plantel y participó activamente en las negociaciones.

La futura profesional señala que al principio las personas no estaba muy seguras de asistir, pero a medida que iban conociendo de qué se trataba este espacio, fueron sintiéndose con mayor confianza y comenzaron a participar activamente. “Lo que están aprendiendo es una motivación a que sigan creciendo y estudiando. Que no solo se queden con el octavo laboral, sino que sigan siendo ambiciosas/os. Que sigan con la enseñanza media, ojalá, quieran seguir profesionalizándose en un técnico o en una carrera universitaria (…)”, sostiene.

Estudiantes

Diez de la mañana. Como todos los sábados desde que comenzaron su proceso de alfabetización, las/os estudiantes de la Escuela de Nivelación de Trabajadoras/es Usach salían a su primer recreo, tras repasar ejercicios de lectoescritura y matemáticas en una sala de la EAO. Fueron compañeras y compañeros de curso durante ochos meses, tiempo  en el que generaron un lazo de confianza que les permite bromear y contarse sus problemas. Les pedimos que nos relataran cómo fue la experiencia de volver al colegio y esto  respondieron.  

“Los números no me cuestan tanto como las letras. Me ha costado mucho (…) Es muy bueno que la Universidad enseñe a las personas que no tienen estudios… eso es lo importante”.

“Conozco todas las letras, pero me falta juntarlas. Soy buena para las sumas, pero para las restas me cuesta mucho (…) Me gustan las profes, las quiero mucho y ellas a mí”.

“Desde chica me dediqué a trabajar, por eso nunca pude aprender a leer. Mi mamá murió y me convertí en la única mujer y pilar de la casa, entonces a veces me cuesta (…) Es bueno que la Universidad le dé la oportunidad a la gente que no sabe y sentir ese apoyo”.

“Todos encuentran bien que estudie. Yo no tuve niñez ni menos educación y a estas alturas me encuentro acá estudiando. Ojalá me quede algo en la cabeza (risas). Siempre digo eso, pero ahí estamos haciéndole empeño”.

Te invitamos a continuación a ver en el siguiente registro audiovisual la labor y los bellos lazos de amistad y camaradería que se producen entre profesores y alumnos durante las clases de la Escuela de Nivelación de Trabajadores de la Usach:

Autor: 
Claudio Cortés Carvajal
Fotografía: 
Valentina Noya