Encuesta refleja el descrédito “del sistema político y de las élites” por los casos de corrupción

  • Los casos Caval, Penta y Soquimich están bastante relacionados, pues ocurren en un contexto de descrédito “del sistema político y de las élites”, afirma el Dr. César Ross, académico del Instituto de Estudios Avanzados, IDEA, de nuestra Institución. La encuesta Barómetro, de Cerc y Mori, marcan un descenso en la credibilidad de la mandataria, los políticos y la iglesia, como síntoma claro de desconfianza social. El experto atribuye el resultado a que la opinión pública maneja información precisa a partir de documentos.

 




Coletazos por el caso Caval, a los niveles de aprobación de la Presidenta Michelle Bachellet, arrojó la última edición del Barómetro, encuesta realizada por Cerc y Mori. Descenso en la credibilidad de la Mandataria y los políticos, como también en el mundo de la iglesia,  es síntoma claro de desconfianza social según sostiene la medición, la cual indica que la crisis del 2015 es principalmente una crisis de las élites.

Según el Dr. César Ross, académico del Instituto de Estudios Avanzados, IDEA, la información que la opinión pública maneja acerca de los casos de corrupción que han sacudido al país, ha sido fundamental para profundizar el desencanto. “Si uno mira la trayectoria de la mayoría de las encuestas, sin duda alguna lo único que hay entre las cifras anteriores y la actual, es la información pública que hay sobre los casos”, explica el experto.

Los casos Caval, Penta y Soquimich están bastante relacionados, dice el profesor Ross, pues ocurren en un contexto de descrédito “del sistema político y de las élites”. Según el académico, siempre hubo una crítica popular hacia los políticos pero basada en suposiciones o corazonadas; no obstante la información incriminatoria y taxativa que hoy es de dominio público, ha dado forma concreta a las acusaciones.

Lo que ocurrió en las últimas semanas, y meses probablemente,  otorgó a los cuestionamientos al sistema, nombre y apellido; caras y audio. “La gente ha escuchado las audiencias, las grabaciones, tienen detalles, montos y fechas. Entonces esa materialidad de la crítica es lo que no solamente le otorga mayor precisión, sino que le da una veracidad que escapa de la pura especulación”, dice el  Dr. Ross.

La corrupción en que está sumida la sociedad chilena, no es un fenómeno nuevo a juicio del Dr. Ross. “La relación compleja entre poder económico y político, es tan antigua como los seres humanos organizados en sociedad”, afirma. La disonancia entre verdad y expectativa -cree el investigador- viene de la pretensión de que hemos tenido una democracia ejemplar solo manchada por el golpe militar. “Frente a esa perspectiva y anhelo, nos encontramos con la realidad que nos dice, de tanto en tanto, que nosotros no somos ni una democracia ni una sociedad ejemplar”, sentencia.

“Hoy tenemos información muy concreta que nos dicen que son las élites las que han estado fallando”, subraya el Dr. Ross.

Según el sondeo, en las élites está alojada la novedad de esta crisis. Y a juicio del Dr. Ross aquello tiene relación con la red de influencia descubierta, que aquel grupo mantiene sobre las decisiones que afectan a la sociedad en su conjunto.

“Cuando hay información muy concreta, sobre la relación entre dinero y política, en que  parece que no solamente los empresarios, sino los de derecha estuvieron y están vinculados con la dictadura y con el pinochetismo más duro, pareciera que son ellos los que están escribiendo la agenda de la política”. “(…) Son ellos los que financian las campañas,  los que llaman por teléfono a los parlamentarios y los pautean”, dice el profesor Ross.

Sobre la corrupción

Resalta que el problema de la corrupción es grave, porque los estándares éticos se han incrementado. Para el académico, es más flagrante cuando ésta se manifiesta dentro de las  élites que en un individuo normal. “Cuando un padre de familia desempleado roba, uno puede entenderlo. La corrupción está asociada al capital cultural, a una situación desesperada” dice el investigador. Sin embargo, cuando “una persona tiene 22 mil millones y hace fraude por mil millones más, tú puedes entender que esa corrupción y falta de ética, es más agravante sobre todo en una opinión pública que gana 500 mil pesos en promedio al mes”.

Para la sociedad chilena es más delicado, que quien tiene mucho manipule lo que sea necesario para obtener más.  Asimismo, “que tenga la precaución de aparecer frente a la opinión pública como una persona proba e impecable que no ha cometido ninguna falta”, dice el Dr. Ross.

Recuperar la confianza

“La confianza pública se construye en el largo plazo y se rompe rápidamente. Por lo tanto cualquier reconstrucción de la credibilidad es algo que no va a ocurrir con brevedad”, sostiene el Dr. Ross. Según el académico, deben ocurrir gestos que sean simbólicos para recuperarla. Por ejemplo, si cuando se destapó el caso Caval “hubiese aparecido el hijo de la Presidenta diciendo ‘esto ha sido un error, así que  desarmaré el negoció, devolveré la propiedad y el crédito y además renunciaré al cargo público’, habría servido”, explica el académico.

Sin embargo, la inercia en que deambulan quienes gobiernan el país, impide que sucedan grandes cambios. “Los parlamentarios no van a renunciar a sus cargos, porque la legislación actual no los obliga. Nadie va a tener el acto moralmente desgarrador de irse para la casa”, afirma el Dr. Cesar Ross.

Agrega que, en ese contexto, algunos políticos le bajaran el perfil al tema, haciendo que el desencanto aleje de las urnas a los electores. “Si la gente descontenta se abstiene de votar, y lo hacen los mismos, legitimará a quienes salgan electos”, dice el experto.

Por eso, es posible que el ciclo de descrédito de los políticos siga hacia delante “siempre y cuando nosotros en la próxima elección, podamos ver que el electorado responde y castiga”, cree el Dr. Cesar Ross.

Una respuesta rotunda del electorado

Una reacción, que podría significar un verdadero cambio  dentro del sistema, consistiría en que el lectorado no vote por quienes han estado en el poder, en los últimos 30 o 40 años, sino por un personaje distinto, sin sofisticación ideológica, ni un discurso pero que prometa algo que satisfaga a la mayoría, afirma el Dr. Ross. “Podría haber un aventurero político, que entre en escena y que sea capaz de seducir a la opinión pública. Si la gente votara por él, uno podría decir que hubo reacción”, concluye.