Académico destaca figura de Pablo De Rokha en Simposio de Vanguardias Latinoamericanas

  • El Dr. Naín Nómez expuso un trabajo sobre el carácter de “vanguardista marginal” del destacado poeta chileno, en una actividad organizada en conjunto por el IDEA, la Biblioteca Nacional, la Facultad de Letras de la Universidad Católica y la Universidad Finis Terrae.

 



A la hora de referirse a las figuras destacadas de la literatura nacional de vanguardia, se tiende a recordar a autores como Vicente Huidobro, Pablo Neruda y Gabriela Mistral. Sin embargo, hay una figura central dentro de ese selecto grupo que muchas veces es olvidado: Pablo De Rokha.

Es precisamente el trabajo y legado de este destacado autor el que Naín Nómez, reconocido investigador y docente de la Universidad, ha estudiado durante años en artículos, libros y antologías. La obra del poeta, que obtuvo el Premio Nacional de Literatura en 1965, fue también la base del trabajo que el Dr. Nómez expuso recientemente en el Instituto de Estudios Avanzados, en el marco del simposio “Non Serviam, Vigencia de las Vanguardias Literarias”, organizado para conmemorar los 100 años desde que Vicente Huidobro leyera ante el Ateneo de Santiago su manifiesto “Non serviam”, uno de los textos inaugurales de la vanguardia latinoamericana.

Con el título “Pablo De Rokha. Un vanguardista marginal”, el investigador explicó la relevancia del legado del poeta, que a pesar de ser una de las grandes figuras de la literatura latinoamericana, pocas veces es reconocido como tal. “Ya he señalado antes lo asombroso que resultó comprobar cómo Pablo de Rokha ha sido borrado de forma sistemática de toda referencia relevante en la historiografía vanguardista latinoamericana, y en gran medida también de la nacional. Con la excepción de tres o cuatro críticas laudatorias, la de un joven Neruda entre ellas, fue literalmente masacrado por la crítica oficial”, aseguró el docente.

Pese a las críticas que cosecharon en su momento, para el investigador del Plantel trabajos como “Los Gemidos” (1922), tienen una gran importancia porque “el poeta cultiva una hibridez que tiene en una de sus vertientes una identificación estética y discursiva con una expresión local de lo nacional popular”.

“Esta hibridez necesaria y a contrapelo de las olas modernizadoras del continente, nació con una matriz indispensable a la hora de entendernos, sin tener como modelo absoluto el desarrollo de las vanguardias europeas”, explica.

Esto se manifiesta en la representación y reivindicación del mundo urbano local dentro de su obra. “Por primera vez de forma clara, el mundo urbano fragmentado, degradado, marginalizado, es significado y consumido porque existe como la representación expositiva del mundo de la provincia, paradigma de una nostalgia de la tradición ruralista, ahora resignificada en una incipiente propuesta de lo nacional-regional. Lo que parece hacer Pablo De Rokha es retomar la cultura campesina rural y sacarla del ámbito de la exaltación descriptiva al realismo y al naturalismo, retomado más tarde por el criollismo narrativo”.

Con todo esto, Nómez plantea una conclusión sobre la marginación sufrida por Pablo De Rokha, analizando lo sucedido con su publicación de 1922 (Los Gemidos): “No es sólo un libro de ruptura con la poesía anterior, sino también con la poesía del momento en Chile. Con la excepción de Huidobro, ésta seguía siendo romántico-modernista. Es por ello que la crítica oficial no lo acepta”.