Critican que nueva cárcel para reemplazar a ex Penitenciaría sea prioridad en materia de Seguridad

  • El especialista en seguridad pública y académico de la Facultad de Humanidades, Jorge Araya, sostiene que el principal énfasis en esta área del Presupuesto debe ser fortalecer y ampliar las capacidades del Sename, para prevenir conductas delictuales de niños y adolescentes.  Además, descarta que la propuesta de Gendarmería sea indispensable en el corto plazo. “Una cárcel grande como para sustituir a la ex Penitenciaría con capacidad para 5 mil reos puede llegar a costar alrededor de $200 mil millones”, sostiene, por lo que proyecta que solo podrá implementarse a partir de 2022.

 






Este miércoles se conoció que el director nacional de Gendarmería, Jaime Rojas, propondrá en diciembre al Ministerio de Justicia un plan para cerrar la ex Penitenciaría de Santiago –actual Centro de Detención Preventiva (CDP) Santiago Sur-, debido al hacinamiento que padece el recinto, originalmente construido para 500 personas y que, actualmente, alberga más de cuatro mil novecientos reos.

Para el experto en seguridad pública de nuestra Universidad, Jorge Araya, el tema no es una prioridad en el corto plazo. “No se puede hablar de prioridad, porque también está el Sename. Al invertir en la población que atiende este servicio, estamos invirtiendo en prevenir que niños o jóvenes se vinculen al delito y después terminen en la cárcel”, afirma.

“La primera prioridad debe ser fortalecer y ampliar las capacidades que tiene hoy el Sename, de atender a niños y adolescentes tanto en medidas de protección como de cumplimiento de penas por la Ley de Responsabilidad Penal Adolescente. Pondría el tema de Gendarmería en un segundo lugar”, afirma.

Para el especialista, realizar un proyecto de este tipo presionará por una cantidad importante de recursos en el área de Seguridad y Justicia del Presupuesto. “Hoy se está trabajando en un proyecto para construir una cárcel en la Laguna del Maule, y esa que está proyectada para alrededor de mil ochocientas personas ya va en los 75 mil millones de pesos. Una cárcel grande como para reemplazar a la ex Penitenciaría, con capacidad para cinco mil reos, puede llegar a costar alrededor de $200 mil millones”, sostiene.

“Esto no es algo que pueda proveerse de un momento a otro. Tendría que recurrirse a un crédito internacional o hacerse un esfuerzo para reestructurar los gastos de inversiones del Estado en el Presupuesto de la Nación”, afirma. El académico sostiene que debe considerarse que todas las instituciones a las que se les asignan recursos –Carabineros, PDI, Ministerio Público, Tribunales de Justicia, Subsecretaría de Prevención del Delito, Senda, Gendarmería, Sename, etcétera- “son instituciones también necesitadas de recursos”.

Por eso, y aunque reconoce que la idea se encuentra bien inspirada ya que la ex Penitenciaría no resistiría más mejoras para seguir aumentando su población penal, “la voz de alerta que tenemos que poner es que este anuncio del director de Gendarmería no va a estar en un plazo menor a los cinco años” desde la presentación del plan, lo que se haría efectivo a fines de este año.

“Siendo realistas, lo que Gendarmería hará será proponer de aquí a diciembre un plan al Ministerio de Justicia, pero esto tendrá que ser evaluado, analizar si hay recursos públicos para hacer eso, conseguir los terrenos y hacer los estudios respectivos”, explica.

El compromiso debiera ser “de mediano a largo plazo”

A pesar de rechazar que el tema sea prioritario en el corto plazo, el académico de la Facultad de Humanidades se abre a la posibilidad de que una nueva cárcel para la capital se transforme en un compromiso “de mediano y largo plazo. En Santiago es donde más déficit hay de plazas penitenciarias”, sostiene.

Por otra parte, el experto sostiene que un plan de este tipo es la oportunidad de modificar el enfoque con que se actúa en materia carcelaria en nuestro país. “Hoy, los programas de reinserción social y laboral que realiza Gendarmería cubren a un porcentaje muy mínimo de la población penal y eso sucede en buena medida porque no hay recursos para más profesionales y actividades, pero también porque en las cárceles no hay espacio para hacer eso”, afirma.

“Esos programas tienen que realizarse en las mismas cárceles y estas apenas tienen lugar para las celdas de los reos, que están hacinados y no tienen espacio para talleres, salas de clases y lo demás que requieren este tipo de programas. Esta sí sería una oportunidad para replantear todo en este sentido”, subraya.

Finalmente, ante un eventual cierre de la ex Penitenciaría, cree que el recinto, “ya que tiene tanta historia desde el siglo antepasado, ojalá se conserve como un lugar público y que no se use para la especulación inmobiliaria, sino que sea un lugar donde efectivamente pueda instalarse un centro cultural o un museo”.