Académico recibe mención honrosa en concurso ‘Mi ciencia, mi país’

‘La magia del agua limpia’ se titula el relato que el académico del Departamento de Química de los Materiales, Dr. Ricardo Salazar, presentó al concurso nacional ‘Mi ciencia, mi país', donde obtuvo una mención honrosa por dar a conocer parte del quehacer investigativo que realiza en nuestra Universidad. Al certamen, que busca acercar la ciencia a la sociedad, se presentaron 467 trabajos que fueron desarrollados por investigadores(as) y estudiantes de pre y postgrado de todo Chile.
‘¿Quién dijo que no podíamos curar el cáncer?’, de Paola Murgas, de la Fundación Ciencia y Vida, y el tercero fue para el relato ‘El olor del Deseo’, de Bernardita Cádiz de la Universidad de Valencia, España.

La magia del agua limpia’ se tituló el relato que el académico del Departamento de Química de los Materiales, Dr. Ricardo Salazar, presentó al concurso ‘Mi ciencia, mi país’, donde obtuvo una mención honrosa por dar a conocer parte del quehacer investigativo que realiza en nuestra Universidad. A la iniciativa, que busca acercar la ciencia a la sociedad, se presentaron 467 trabajos que fueron desarrollados por investigadores(as), estudiantes de pre y postgrado.

El investigador de la Facultad de Química y Biología no se mostró sorprendido por el resultado, porque escribir es un ejercicio que realiza desde hace muchos años. “Escribo relatos, cuentos e historias. He participado en varios concursos literarios y he ganado premios y distinciones en algunos de ellos. En esta iniciativa en particular fue una colega quien me dijo que era una buena idea participar y contar lo que hacía en el laboratorio”, indica.

Respecto a la dificultad que puede tener transformar un estudio científico en un relato sencillo, amigable y comprensible para personas que no son especialistas en el área, el Dr. Salazar explica que eso no presenta mayor dificultad, ya que “siempre cuento a mis amigos o familia en qué va el trabajo que hacemos y el ejercicio de explicarlo de manera sencilla también lo hago constantemente”.

Por otra parte, el académico considera que es importante realizar más para acercar la ciencia a las personas, añadiendo que “actividades como esta (‘Mi ciencia, mi país’) son una muy buena iniciativa. Que se realicen labores de difusión, de acercamiento de lo que se investiga y se crea en la Universidad, debe hacerse de manera constante, con videos, con ejemplos en la página web del Plantel, etcétera”.

Según plantea el investigador, sirve mucho apoyarse en otras disciplinas como la literatura en este caso, porque se logra despertar el interés de la gente, de los escolares de sus profesores. “Puedes cambiar la percepción de otros hacia la ciencia y acercárselas, hacerla más real y menos inalcanzable”, sentencia.

Resultados del concurso

El relato ganador fue ‘¿Por qué el renacuajo no quiere crecer?’, de Emilio Méndez, de la Pontificia Universidad Católica de Chile; el segundo, para

‘¿Quién dijo que no podíamos curar el cáncer?’, de Paola Murgas, de la Fundación Ciencia y Vida, y el tercero fue para el relato ‘El olor del Deseo’, de Bernardita Cádiz de la Universidad de Valencia, España.

El jurado estuvo compuesto por el subdirector del Centro de Modelamiento Matemático U. de Chile y Premio Nacional de Ciencias Exactas 2011, Patricio Felmer ; la editora de la sección Vida, Ciencia y Tecnología, del diario El Mercurio, Carmen Figueroa; el director del grupo Macro Connections del Media Lab y profesor asociado del MIT, César Hidalgo; la historiadora y académica de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la U. Austral de Chile, María Angélica Illanes, y el vicepresidente de I+D de la Fundación Ciencia para la Vida, premio Nacional de Ciencias Aplicadas 2002, Pablo Valenzuela.

La iniciativa fue organizada por la Universidad Austral de Chile y la incubadora de negocios Austral Incuba, con el apoyo del diario El Mercurio.

La magia del agua limpia

El texto de la mención honrosa:

“Yo puedo hacer que esa agua que está sucia quede cristalina en un par de minutos!!! Dije presumiendo a mi primo Benjamín mientras paseábamos por la ladera del río. El, con la experiencia que le entregan sus 10 años, me miró y me dijo: Segurooo!!! Yo le dije “en serio”, es lo que yo hago en la Universidad, en mi Laboratorio. De verdad puedes limpiar toda esta agua sucia en tu laboratorio? Preguntó Benjamín con una mueca de que no puede ser posible. Es lo que tratamos de hacer, le dije yo, proponemos nuevos procesos para descontaminar el agua, dejándola cristalina y lista para usarla de nuevo. Ojalá algún día podamos aplicarlo a un río entero como este, o a grandes volúmenes de aguas contaminadas. El, sin creerme nada aun, me hace la pregunta del millón: y cómo lo hacen? Yo no encontraba palabras sencillas para explicarle cómo lo hacemos. Mágicamente el agua sucia se transforma en agua limpia? Me dice algo burlesco, al ver mi cara de complicación. Pues algo parecido a la magia es lo que sucede le dije. El agua ingresa a lo que nosotros llamamos una celda electroquímica, que vendría siendo la caja mágica que usan los grandes magos en sus trucos. Y lo que ocurre allí dentro son muchas reacciones químicas, que sería la magia misma. El agua dentro de la caja o celda electroquímica produce radicales libres cuando la corriente pasa por ella. Estos radicales libres serían como un polvo mágico porque transforman los contaminantes que están presentes en el agua y que son los responsables del color y el olor, en compuestos que no contaminan o simplemente los eliminan del agua, mediante varias reacciones químicas llamadas oxidaciones. Así el agua contaminada o sucia que entró a la caja mágica, y que tenía mal olor y un color oscuro, sale incolora y sin malos olores. Benjamín haciendo como que algo entendió de lo que le decía me pregunta, y se puede tomar esa agua? No, no se puede, para eso se requiere de un proceso que se llama potabilización. Lo que sí se puede hacer con el agua que nosotros descontaminamos es usarla para regar o volver a utilizarla en un proceso industrial y de esta manera aprovechar mejor este recurso natural. Tu estay bien loco, me dice. Sólo un poco, le digo yo y ambos reímos y seguimos caminando”.

Autor: 
Valeria Osorio Ureta