Académicos de la FAE desarrollan un índice orientado a acreditar la eficiencia económica de universidades

  • Estudio lo desarrollan los investigadores Víctor Salas y Mario Gaymer, y será presentado en la Asociación de Economía de la Educación, AEDE, en España.


En la búsqueda de un índice que pueda evidenciar la eficiencia económica de las universidades, los investigadores Víctor Salas y Mario Gaymer han descubierto distorsiones en el mercado de la educación chilena. De este esfuerzo emergió un sistema de medición denominado “IEEF”, Índice de Eficiencia Económica Valorada, que relaciona la producción con sus costos.

Según lo señala el Dr. Salas, académico del Departamento de Economía de la FAE, este indicador busca categorizar la eficacia con la que las instituciones de Educación Superior utilizan sus recursos, a través de los dos únicos productos que se han podido dimensionar: docencia e investigación.

La producción universitaria se estima valorando, por un lado, la formación profesional que se realiza por medio del valor de la docencia de pregrado y, por otro, valorando el conocimiento creado por los académicos en las universidades por medio de los recursos que la sociedad (Estado) le asigna a proyectos de investigación que postulan a sus fondos. Los costos de estas producciones incluyen el gasto corriente y el costo del capital utilizado por las universidades para generar su multiproducción.

Sin embargo, al momento de poner en práctica el índice, según los resultados obtenidos, hay universidades que no están bien posicionadas en los rankings de universidades, tanto nacionales como internacionales, pero que sí figuran como muy eficientes. Es aquí donde las nuevas universidades, en su mayoría privadas, llenan los primeros puestos en eficiencia, dejando a las universidades emblemáticas relegadas a los últimos lugares.

Los índices estimados para las universidades chilenas dan resultados contradictorios, mostrando la complejidad de este mercado y la dificultad que tienen los demandantes de formación profesional de reconocer la calidad de la formación a la que están accediendo. Los resultados obtenidos parecen indicar que el mercado no reconoce en forma de precios, la calidad de los productos universitarios, explica el investigador.

“Sabemos que desde el punto de vista de la economía, la calidad de un producto se mide en cuánto la gente está dispuesta a pagar. En el caso de la educación debiera pasar lo mismo, pero por diversos factores las personas no identifican bien la calidad académica de las universidades, entre ellos están las campañas publicitarias de algunas de estas corporaciones, que buscan diferenciar el producto y convencer que ése es mejor, independiente que lo sea o no”,  señala el académico, a lo que agrega “es por esto que, cuando se toma el arancel para medir el ingreso por producción de las universidades y como una representación de la calidad de la formación que entregan, entonces, se observa que existen factores distorsionadores en el mercado de la educación”.

En este momento, los investigadores siguen trabajando y comparando factores. Al terminar y afinar los resultados de dicho estudio, el investigador señala que el índice “de alguna manera debiera ayudar a separar los elementos que sean necesarios para las definiciones del Estado y de la sociedad, para así saber qué hacer con las universidades”.

Asociación Mundial de Economía de la Educación

En julio, el estudio será presentado ante la Asociación de Economía de la Educación, que tiene sede en España. Según el Dr. Salas, aprovecharán esta visita para avanzar en algunos proyectos que les permitan generar una relación más fuerte entre la U. Santiago y esta organización. “La idea a mediano plazo es que se nos permita ser representantes en Latinoamérica, ya que hoy no existen sedes más que en Europa”, señala.