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Experta detecta falencias en proceso de regularización de migrantes

Experta detecta falencias en proceso de regularización de migrantes

Con largas filas partió este lunes 23 de abril el proceso de regularización extraordinaria de extranjeros que se encuentran en situación irregular y que ingresaron a Chile hasta el 8 de abril. Durante el primer día, más de 13 mil personas se inscribieron para legalizar su situación en Chile, pero en algunos casos tuvieron que llegar con hasta 12 horas de anticipación. Desde el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) expresaron preocupación por las condiciones en que miles de migrantes esperaron por un número.

Al respecto, la Directora del Centro de Estudios Migratorios (CEM) de la Universidad de Santiago de Chile, Dra. Carmen Norambuena, concuerda con esta visión del INDH. En primer lugar, critica lo que considera una planificación “apresurada” de la jornada. “Hay premura en este proceso, demasiado apuro. Si se sabía que eran miles de inmigrantes en situación irregular, las autoridades debieron prever medidas para atender correctamente a esta cantidad de personas”, afirma.

Por otra parte, la especialista apunta que las condiciones para los migrantes que esperan por su turno tampoco fueron las más adecuadas. “Pasan la noche en la calle y esperan en un lugar que no les da la posibilidad de acceder a un baño”, critica. “Tal como hay que resguardar que la gente entre de manera regular, también debe respetarse al migrante”, enfatiza.

Finalmente, la especialista indica que regularizar a esta población es una buena señal, ya que el país puede determinar el tipo de migrante que se encuentra en Chile y le permite a los extranjeros aspirar a un trabajo más digno en áreas donde su participación puede terminar siendo vital para la economía del país.

“Una migración regularizada trae el beneficio de que esta gente va a poder encontrar, conforme su expertise o la formación que tenga, un trabajo normal, digno y regulado. Por otra parte, desde el punto de vista de la sociedad chilena, hay muchas áreas donde la participación del migrante va a ser esencial”, concluye.

“Chilenos confunden como ‘buen trabajador’ a un extranjero explotado”

“Chilenos confunden como ‘buen trabajador’ a un extranjero explotado”

Una encuesta de Cadem llamada ‘Empresas y Migrantes”, aplicada en octubre de este año a 883 chilenos mayores de 18 años, arrojó que los nacionales tienen una positiva percepción de los trabajadores extranjeros: un 78% de los consultados consideran la experiencia como “positiva”; un 75%, declara que les gustaría que su empresa contratara a migrantes; un 68% las considera “personas trabajadoras y responsables”; y solo un 7% señala que los nacidos en Chile son mejores empleados que los foráneos.

 

Al respecto, la experta en migración y académica del Instituto de Estudios Avanzados (IDEA) de la Universidad de Santiago, Dra. Daisy Margarit, valora el cambio de perspectiva de la población nacional respecto a la inmigración, lo que, desde su mirada, se encuentra influido por la mayor presencia de extranjeros en Chile en puestos de trabajo, desde hospitales a almacenes. Esto, según la doctora en sociología, obliga a nuestros compatriotas a interactuar con ellos y, de esta manera, derribar ciertos prejuicios que se construían solo por desconocimiento.

 

Sin embargo, advierte que esta percepción del extranjero como un ‘buen trabajador’ puede también estar evidenciando problemas propios de la población nacional. “La imagen de este buen trabajador asimila atributos de lo que nosotros, como chilenos, consideramos como tal, sin respetar las condiciones culturales de cada uno. Si uno piensa que un buen empleado es quien trabaja 12 horas diarias, es porque hay un problema de aprovechamiento. Esa persona está esa cantidad de horas porque no tiene otra alternativa de empleo, y es el medio que tienen de generar un nivel de ingresos que le permite establecerse en el país”, explica.

 

Aunque reconoce que los migrantes, en general, llegan a mejorar su calidad de vida, enviar dinero a su familia o traérsela a Chile, lo que hace que su desempeño sea, muchas veces, superior al de los trabajadores chilenos, insiste en que “gran porcentaje de la población migrante se inserta en empleos altamente precarios y eso hace que estén expuestos a vulneraciones en sus derechos laborales. Si no se tiene regulación, van a ser mucho más susceptibles, en empleos con características más precarizadas, con muchas horas de trabajo, condiciones de descanso que no se cumplen y exigencias que no son acordes al Código del Trabajo”.

 

Por eso, afirma que la Dirección del Trabajo debe poner mayor énfasis en fiscalizar este tipo de situaciones irregulares, pero no solo para la población migrante sino para los trabajadores en general, tanto nacionales como extranjeros.  “Muchas veces, la fiscalización surge de situaciones dramáticas que se conocen en la prensa o a través de la denuncia de otros ciudadanos que dan cuenta de esta precarización”, lamenta. No obstante, “también hay un rol ciudadano de denuncia… A veces, la sanción social es un castigo mucho mayor que una multa”, concluye.

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