“Trabajen por algo más que ganar dinero”

Devolver el paisaje natural a las ciudades, reivindicar la importancia de la naturaleza y mitigar la contaminación medioambiental. Esos son los principales objetivos del emprendimiento “My Eden” (Mi Edén, fundado en 2014), a cargo de la ingeniera civil en geografía titulada por nuestra Casa de Estudios, Nicole Henríquez Marchant (34).
“Lo que viví en esa primera instancia fue muy importante. La oportunidad que tienes de que estén todas las carreras juntas en la Biblioteca o incluso en los pastos. En esos espacios, logras hacer realmente Universidad. Di la Prueba de Aptitud Académica y vine a una charla de la carrera de Ingeniería Civil en Geografía y me encantó: sentí que era el futuro”.

Trascender y, junto a ello, dejar un legado significativo a las nuevas generaciones. Esa es una de las directrices que guía la trayectoria de la egresada de Ingeniería Civil en Geografía de la Universidad de Santiago de Chile, Nicole Henríquez Marchant. La profesional lidera el emprendimiento “My Eden”, el cual se dedica a la construcción y diseño de ecosistemas urbanos e infraestructura verde, como jardines verticales, techos verdes o “cuadros vivos”.

Su llegada al ámbito de la geografía y medioambiental podría parecer azarosa, producto de los vaivenes y misterios propios de la vida. Pero, a su juicio, no lo es. Se fue tejiendo sin prisa, con la calma de una existencia que se alimenta y nutre con heterogéneas fuentes de conocimiento. Una de ellas y muy importante: la música.

Nicole estuvo muy cerca de dedicarse profesionalmente al piano, ya que estudió desde los ocho años en el conservatorio de la Universidad de Chile. Sin embargo, una reflexión vocacional la llevó a abandonar dicha trayectoria a los 16 años, optando por ingresar a la Universidad de Santiago a la carrera de Licenciatura en Matemática.

Sin embargo, ya en dicha área de estudio, se dio cuenta de que el mencionado camino no era lo suyo, pero sí logró encantarse y empaparse con las bondades y particularidades tan propias de la U. de Santiago. “Lo que viví en esa primera instancia fue muy importante. La oportunidad que tienes de que estén todas las carreras juntas en la Biblioteca o incluso en los pastos. En esos espacios, logras hacer realmente Universidad.  Di la Prueba de Aptitud Académica y vine a una charla de la carrera de Ingeniería Civil en Geografía y me encantó: sentí que era el futuro”.

Su paso por la Corporación es recordado con cariño. Aquí mantuvo vivo su amor por la música, participando activamente en iniciativas estudiantiles, en semanas de su carrera – animándolas- e incluso interpretando “Canción Con Todos”  de César Isella en la inauguración del mítico mural del Foro Griego en la Facultad de Humanidades, acompañada en ese momento por su futuro esposo en guitarra, a quien conoció mientras ella estudiaba su primera carrera.

También, recuerda con emoción que cantó tres canciones en su ceremonia de egreso, “una para la Universidad, otra para los amores y parejas que se dan en el campus y la última para los amigos que generamos, pensando en que pasamos más tiempo en nuestra Universidad que en los propios hogares”.

En búsqueda del legado

Ya en el último periodo de su carrera, el año 2005, realiza su práctica en el programa “Quiero mi Barrio” ejecutado en la comuna de Rancagua, que busca mejorar las condiciones urbanas o rurales de un territorio en particular.

Ahí, señala, integró una instancia que le ayudó a desarrollar su vocación social, pudiendo aportar ideas concretas que tuviesen impacto en la ciudadanía. “También me empecé a dar cuenta del potencial que tenía la carrera que estudié, al tener una visión integral del territorio”, complementa.

Posteriormente, trabaja en un proyecto Fondecyt en la Universidad de Chile y se desempeña como ayudante de cátedra. También,  desarrolla labores en el área  de evaluación de impacto ambiental, imbuida durante siete años en proyectos de minería, infraestructura y energía.

Dichas labores la llevan a reflexionar sobre cómo podría conectar de manera concreta sus habilidades e intereses profesionales con sus ideales y sueños personales. En este punto, se encuentra el génesis de su emprendimiento “My Eden”, formulado el año 2014.

En él, logra condensar su amor por la naturaleza –inculcado por su familia y principalmente por su abuelo- con una mirada del ser humano compleja e integral, que incluyera una concepción asociada a comunidad y, sobre todo, de sostenibilidad humana, incorporando aspectos propios del arte y la cultura, pasiones que hasta el día de hoy siguen acompañándola.

Junto a ello, también se encuentra otro hito fundamental de su vida, que jugó un papel clave en la conformación de este emprendimiento: el nacimiento de su hijo.

Con la maternidad, pronuncia, “empecé a cuestionarme cuál era el legado que quería dejar (…), cuál podría ser mi real aporte juntando lo personal con lo profesional”.

Con estos elementos comenzó a enhebrar “My Eden”, “un mundo colaborativo, donde el medioambiente juega un rol fundamental, donde existen los conceptos de reciclaje, eficiencia, sustentabilidad, sostenibilidad y educación ambiental. Ahí me di cuenta que era lo que trataba de hacer con mi hijo, reivindicando la importancia que tenía la naturaleza en nosotros como seres humanos”.

La iniciativa, según sus palabras, busca “devolver el paisaje natural a las ciudades, al reivindicar la importancia que tiene la naturaleza”.

En esta misma línea, “My Eden” también se focaliza en “mitigar la contaminación ambiental y la huella de carbono (…). Por eso ‘My Eden’, es decir, yo utilizo la infraestructura verde como un mecanismo alternativo, innovador que me soluciona no solo algo ornamental, sino que tiene un valor ambiental y social muy importante”.

Entre los hitos del emprendimiento,  destaca la alianza que estableció con la empresa española Paisajismo Urbano, líderes en jardinería vertical alrededor del orbe. “Fue importante encontrar esta tribu porque logré visualizar con ellos el mismo espíritu y una línea muy parecida”, afirma.

Generar vínculos

Bajo su perspectiva, considera necesario continuar avanzando en una educación potente hacia la ciudadanía en materias medioambientales y de sustentabilidad. El desafío, recalca, “es que la gente entienda que el desarrollo sostenible no se alcanza, es un estado constante de evolución, de un progreso y que no tiene un tope. Un ser humano sostenible, empresa o un hogar, es mucho más que reciclar, es llevarme bien con el otro, tener empatía o generar vínculos. Es un reto muy importante en nuestra sociedad”.

Junto con rescatar la importancia de que el trabajo o los estudios no deben consumir tu vida, llama a la comunidad usachina a trabajar “por algo más que ganar dinero. Reorienten sus trabajos, desarrollo profesional o sus motivaciones, en donde el pago sea el aporte que están generando a la sociedad. Que su motivación sea construir otra sociedad: otro mundo”.

Finalmente y a modo de cierre, exhorta a la comunidad Fudea a “crear y a confiar en que son efectivamente capaces de impactar su territorio y de mejorar las condiciones en que vivimos, para así lograr una sociedad y un desarrollo sostenible”.

Autor: 
Simón Pérez Seballos
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