Ernesto Parra Navarrete, director de Camerata Estudiantil del Plantel:

“Nuestros jóvenes del elenco destellan talento musical”

Vocación artística, trabajo y amistad son los elementos que dan vida al Grupo Camerata Estudiantil, instancia formativa dependiente de la Unidad de Vocación Artística de la Vicerrectoría de Apoyo al Estudiante. Su misión es entregar formación integral y apoyar a los jóvenes universitarios sin estudios profesionales de música, pero que poseen experiencia previa en esta disciplina artística para permitirles que puedan desarrollarse exitosamente en esta nueva instancia.
“Si bien, en la U. de Santiago no hay una carrera en música, hay un potencial enorme. Llegan muchos jóvenes a los elencos vocacionales a cantar, bailar, componer, y uno se da cuenta que son muy talentosos. Aquí se genera una férrea amistad”, puntualiza el profesor Ernesto Parra.

Flauta traversa, percusiones y guitarra clásica, son algunos de los instrumentos que cada martes y jueves por la tarde impregnan de melodías el segundo piso de la Unidad de Vocación Artística.

Es en la sala 618, donde el profesor Ernesto Parra Navarrete dirige a un grupo de 18 estudiantes de nuestro Plantel, quienes en conjunto y gracias a su experiencia previa en orquestas, dan vida al Grupo Camerata Estudiantil, instancia de formación integral dependiente de la Vicerrectoría de Apoyo al Estudiante.

El curso es dirigido desde el 2014 por el profesor Parra, y ha representado a nuestro Plantel en distintas actividades tales como la Fiesta de la Tirana y durante la visita Papal en Iquique, donde se unieron a las orquestas oficiales; además han presidido diversas ceremonias de la Universidad y conciertos educacionales.

“Si bien, en la U. de Santiago no hay una carrera en música, hay un potencial enorme. Llegan muchos jóvenes a los elencos vocacionales a cantar, bailar, componer, y uno se da cuenta que son muy talentosos. Aquí se genera una férrea amistad”, puntualiza.

Desde la “Peña de los Parras”

A sus 72 años, y con una pasión que se ve reflejada en cada instrumento que toma, el profesor Ernesto Parra recuerda con melancolía sus primeras incursiones en la música.

Nació en una familia de melómanos: su abuelo paterno fue director de la banda militar de Angol, donde creó el himno del ejército “Los húsares de la muerte”.  En tanto, su padre, si bien se desempeñaba como abogado, era violinista en sus tiempos libres.

Fue precisamente su progenitor quien lo animó a estudiar violín desde pequeño. Pero su gusto se inclinó por la música folclórica, y particularmente la guitarra clásica hacia los 18 años.

Estudió y se tituló de profesor de Biología por la Universidad de Chile, y paralelamente asistió a un conservatorio de música, que terminaría llevándolo a tocar a la “peña de los Parras”.

Rolando Alarcón fue su primer amigo, juntos participaron en el Festival de Viña del Mar donde obtuvieron el tercer lugar en música folclórica. Años después obtendría el segundo lugar en la misma categoría junto a Kiko Álvarez.

En la Peña compartió con Ángel Parra, Patricio Manns, Víctor Jara, Inti-Illimani e incluso Violeta Parra cuando regresó a promocionar “Gracias a la vida”, a quien recuerda con especial cariño: “todos fuimos hijos musicales de Violeta; es algo que hemos conversado, por la influencia que ella ejerció en nosotros: nos brindó ritmos, nos condujo por el camino de la música”, enfatiza.

Sin embargo, corría octubre de 1973 y mientras realizaba sus primeras clases de Biología fue detenido y llevado al Estadio Nacional. Más tarde fue trasladado a Chacabuco.

El profesor recuerda: “ellos necesitaban saber dónde estaban las armas, y yo que iba a saber, si no teníamos ejército, era mentira”. Después de cuatro meses recluso, salió en libertad y partió al exilio a Frankfurt, Alemania. Intentó dar clases de Biología, pero el idioma fue un impedimento, por lo que decidió estudiar música durante ocho años.

El talento de los estudiantes de la U. de Santiago

A su regreso, el profesor Parra se desempeñó como director de una Orquesta juvenil en la Reina, y el 2014 se incorporó a nuestro Plantel, invitado por el ex director de la Camerata, Simón Zúñiga.

“Siempre me ha gustado la enseñanza. Al volver a Chile dejé la Biología para siempre y me dediqué a la música, siendo recibido por esta Universidad, que conozco desde la EAO, y que me ha permitido desarrollarme como músico y conocer a estudiantes talentosos”, afirma.

Con un repertorio clásico y latinoamericano, cada martes y jueves el grupo ensaya en la sala 618, y tal como el profesor vivió hermandad musical en la Peña de los Parras, destaca el fuerte lazo que une a sus estudiantes.

“Cuando se dan cuenta que cada integrante de la Orquesta depende del otro, ellos se enganchan bien, trabajan en conjunto y se enseñan”, sostiene.

Invita a su vez a los nuevos integrantes de la Universidad a ser parte de la Camerata: “Ofrecemos música, amistad, fraternidad, y como siempre he dicho: la música nació antes que el hombre, junto a la naturaleza, por lo que hay que cuidarla y apreciarla”, concluye.

Autor: 
Soledad Fuentes Mansilla
Fotografía: 
Marco Avilés