Dr. Marcelo Cortez San Martín

Industria porcina se beneficia con vacuna ideada en el Plantel

Gracias a un Fondo de Fomento al Desarrollo Científico y Tecnológico (Fondef), el académico de la Facultad de Química y Biología, logró desarrollar una vacuna recombinante contra el circovirus porcino tipo 2. Este agente viral causa inmunodeficiencia en cerdos, generando importantes pérdidas económicas a la industria, incluyendo a la que se desarrolla en nuestro país, el quinto exportador más grande a nivel mundial de carne porcina.
“Debido a que hay dos empresas alemanas que tienen una decenas de patentes que impiden el desarrollo de nuevos productos, se me ocurrió buscar la manera de desarrollar un producto innovador que no chocara con las patentes de otras empresas”

En la actualidad, Chile es considerado como el quinto productor y exportador más grande a nivel mundial de cerdos, siendo una de las carnes más consumidas junto a la de ave.

Debido a la presencia de este alimento de carácter masivo, la industria ha monopolizado el mercado de vacunas para su cuidado y prevención de enfermedades.

Así lo explica el doctor en Bioquímica y Biología Molecular, Marcelo Cortez San Martín, académico de la Facultad de Química y Biología del Plantel, quien hace cuatro años, interesado en la prevención del circovirus porcino tipo 2, un agente viral que causa inmunodeficiencia en cerdos generando importantes pérdidas económicas, comenzó a desarrollar una vacuna recombinante para combatirla.

“Debido a que hay dos empresas alemanas que tienen una decenas de patentes que impiden el desarrollo de nuevos productos, se me ocurrió buscar la manera de desarrollar un producto innovador que no chocara con las patentes de otras empresas”, explica.

Fue así como junto a un equipo de la U. de Concepción, postularon a un Fondo de Fomento al Desarrollo Científico y Tecnológico (Fondef), que otorgó financiamiento por 400 millones de pesos para los estudios, mientras que la Universidad colaboradora dispuso de los centros de cerdos para realizar las pruebas.

Respecto a la vacuna, el Dr. Cortez explica que, “se podría decir que es un Frankenstein: tiene pedazos de proteínas virales de diferentes orígenes, incluso de virus vegetales, y proteínas de virus porcino. Logramos expresarla en una levadura desarrollada en una vacuna, que probamos en cerdos en Concepción, comprobando su eficacia”, sostiene.

 

Circovirus Porcino tipo 2

 

Según explica el investigador principal, la enfermedad de circovirus porcino tipo 2 es muy grave, causando en el animal inmunodeficiencia y daño a sus tejidos linfáticos. Se trata de una las enfermedades más importantes que afecta a la producción porcina a nivel mundial, dejando cuantiosas pérdidas económicas desde su descubrimiento en Canadá, en los años 90’.

La enfermedad ataca principalmente a las madres y cerdos lactantes, y se trata de un virus ADN de pequeño tamaño sin envoltura externa y muy resistente en el ambiente, que se suele excretar por el animal infectado a través de heces, orina, semen y saliva.

Entre sus principales síntomas se encuentran: pérdida de peso, condición corporal deficiente, diarrea, debilidad, ictericia, y problemas respiratorios que no suelen responder a tratamientos con antibióticos.

En Chile, el primer brote se experimentó en octubre del 2006, cuando el Servicio Agrícola y Ganadero detectó el primer caso, encontrando las enfermedad en 23 planteles nacionales destinados a engorda de cerdos.

 

Proceso de investigación

 

Teniendo en cuenta la escasa variedad de soluciones y su alto costo, el equipo de investigadores comenzó los estudios de laboratorio y de campo.

Según explica el Dr. Marcelo Cortez, la U. de Santiago lideró la parte genómica, el diseño de la proteína quimérica, y en conjunto a la U. de Concepción desarrollaron la levadura que dio origen a la vacuna recombinante.

Fue precisamente en las plantas experimentales de porcinos de esta última Institución, donde se realizaron los ensayos.

Respecto al procedimiento, el investigador principal explica que, “hicimos ensayos de cohabitación, donde animales vacunados fueron expuestos a animales de granja con el virus, y fueron capaces de protegerse. Se trató de una prueba natural y no artificial, y aun así, los cerdos vacunados no presentaron viremia, es decir el virus no estaba en la sangre. Mientras los que no estaban vacunados, si presentaron viremia”, indica.

Según explica al académico de nuestra Casa de Estudios, se trata de un método completamente innovador, ya que además de evitar el contagio, “la vacuna expresa una citoquina”, explicando que se trata de una proteína que ayuda a potenciar las respuestas inmunes del cerdo.

“Tenemos por una parte una proteína que levanta la respuesta inmune contra el virus, y tenemos otra, que le dice al cerdo que tiene que reaccionar a esta proteína. Entonces, obtenemos un cerdo súper protegido, lo que es innovador en cuanto a vacunas porcinas”, sostiene.

 

Potencial de la vacuna

 

Actualmente, el proyecto se encuentra en su fase de término y se están realizando los últimos experimentos para elaborar una patente de invención.

Como nuestro país, forma parte de las naciones que velan por los derechos de protección intelectual, el equipo de investigadores, junto a peritos internacionales, están estudiando si existe el desarrollo de vacunas similares en otros países, con el objetivo de comenzar su industrialización.

Según revelan desde el equipo, ya cuentan con ofertas de empresas extranjeras y colaboración desde farmacéuticas chilenas para poder llevar el producto al mercado.

“Hemos sentido el apoyo de todos, tanto de la Vridei, DGT,  de la Facultad de Química y Biología y del Gobierno. Sin esto, creo que no habría podido avanzar, así como concretar la solicitud de patentes, la postulación a proyectos tecnológicos; siempre he tenido muy buenas respuestas”,  sostiene el Dr. Marcelo Cortez.

Agrega que, “hoy, estamos haciendo biotecnología 100% nacional, para responder a los problemas grandes a nivel internacional, nuestra vacuna demostró su eficacia, y estamos muy contentos, y muy seguros que es un producto exitoso”, concluye.

Autor: 
Soledad Fuentes Mansilla