Mecanología de la Tortura en el Chile dictatorial, de José Santos Herceg, es el nombre del próximo título de Colección Idea, del Instituto de Estudios Avanzados, publicado por Editorial USACH. En este libro el doctor en filosofía, investigador y académico propone el abordaje de la tortura institucionalizada en la dictadura de Pinochet desde la metáfora de la máquina para desentrañar y visibilizar sus engranajes, entendiéndola como una creación humana, cuyos distintos componentes desempeñan funciones específicas y se encuentran especialmente diseñados y articulados para cumplir con el propósito del aparato, garantizando su funcionamiento eficiente y silencioso.
Si en Lugares Espectrales: topología testimonial de la prisión política en Chile (Santos Herceg, 2019) el autor recorre los espacios de detención y tortura a través del relato de las víctimas, en esta nueva obra encara el complejo y, por lo mismo, inexplorado ámbito de los victimarios.
Estructurado en cuatro apartados, el volumen indaga en el diseño, propósitos, mecanismos, ajustes, organización, planificación, implementación, dispositivos, logística y sujetos que forman parte de esta maquinaria siniestra, cuya capacidad de autorregeneración le permite mantenerse vigente y operativa en nuestro país, como se demostró durante la revuelta social iniciada en octubre de 2019.
El silencio, atributo de toda buena máquina, aparece como condición de su permanencia: la tortura en el régimen dictatorial tuvo como uno de sus principales propósitos tanto romper el silencio de las víctimas como acallarlas, culminando a menudo en su asesinato y desaparición forzosa. Son centrales para su expedito funcionamiento los pactos de silencio sellados a perpetuidad entre torturadores, colaboradores, autores intelectuales y otros sujetos que concurren en su operación.
Los sobrevivientes también guardan silencio ante el trauma de lo innombrable. Un silencio que es sostenido transversalmente hasta hoy por un Estado y una sociedad que no acaba de dimensionar, identificar, enfrentar y procesar los horrores vividos, que reclaman su lugar en la historia y la memoria, razón por la cual constantemente emergen como fantasmas, tal como plantea Santos Herceg.
