Soy Usach; Egresados

Español

José Andrés Herrera, Subsecretario de Obras Públicas: “En la Usach y fuera de sus aulas aprendí de capacidad de negociación”

José Andrés Herrera, Subsecretario de Obras Públicas: “En la Usach y fuera de sus aulas aprendí de capacidad de negociación”

“Me gusta mucho al menos simbólicamente devolver la mano a mi Universidad por todo lo que me dio y que me ha permitido estar en el lugar donde hoy estoy”, con estas palabras el actual Subsecretario de Obras Públicas e Ingeniero de Ejecución Industrial de nuestra Casa de Estudios, José Andrés Herrera, volvió por algunas horas a su Alma Máter. Lo hizo para participar recientemente en el lanzamiento del libro “Departamento de Ingeniería en Obras Civiles de la Universidad de Santiago de Chile: un recorrido por su historia”, de los profesores Erick Saavedra Flores y Luis Gómez Gómez.

Herrera tiene un diplomado en evaluación de proyectos de la PUC y un postítulo en Competitividad y Clusters en la UAH, pero ha tenido una vasta trayectoria profesional como asesor senior de proyectos y cambio climático. Fue ejecutivo de la Empresa Nacional de Minería, desempeñándose como gerente de desarrollo e innovación y gerente de proyectos.

Además, fue jefe de la Unidad de Atracción de Inversiones en el Comité de Inversiones Extranjeras (actual InvestChile) y director ejecutivo del Consejo Estratégico del Clúster Minero de Chile.
El actual subsecretario es autor de varias publicaciones relacionadas con temas económicos y está en proceso de la obtención de su grado final de doctor con una tesis vinculada al cambio climático.

José Andrés Herrera ingresó a la Usach por su convencimiento de que quería estudiar en una Universidad pública con una tradición histórica y excelencia académica, además su padre es ingeniero eléctrico de la Universidad Técnica del Estado y siempre le habló de la Escuela de Artes y Oficios.

Como estudiante de la Facultad de Ingeniería fue testigo de la diversidad que califica como increíble, no solo desde el punto de vista arquitectónico, sino también social de nuestro Plantel.

¿Qué recuerda de aquellos años de estudiante de Ingeniería de Ejecución Industrial?

_ Las clases de cálculo eran muy duras. Una de las cosas que me llama la atención hasta hoy es el problema que tienen todas las escuelas de ingeniería que dejan a ingenieros enseñando matemáticas. No hay herramientas pedagógicas. Ese es un gran déficit. Te debes tirar a la piscina y tienes que tratar de aprender.

Entiendo que usted fue dirigente estudiantil. Me imagino que aquellas negociaciones con la autoridad de entonces, deben servirle de mucho para relacionarse con el Chile de hoy que tiene mucho de peticiones a la autoridad.

_Estudiar en la Usach fue una maravilla porque no solo me sirvió lo que aprendí en el aula, sino que todo lo que aprendí fuera. Efectivamente fui dirigente estudiantil y trabajé en la revista Paradigma de la Feusach. Participé mucho en negociaciones durante la época en que era rector Eduardo Morales Santos. Yo considero que las habilidades blandas son mal llamadas blandas. Por ejemplo, tú tienes que desarrollar un músculo emocional para tratar con grupos que están en un estado anímico adverso a lo que tú estás haciendo y eso lo aprendí en la Universidad fuera del aula. De hecho, es un tema que me sedujo de un curso de Reingeniería Humana para la Acción que dictaba el profesor Osvaldo García de la Cerda. Básicamente era un coach ontológico que trabajaba con las formas que en esos años estaban tan de moda de Fernando Flores y Rafael Echeverría, y toda la pléyade del mundo ontológico que se encargó de entrenarnos. En mi calidad de subsecretario tengo que lidiar con conflictos sumamente duros y complejos en terreno, pero tengo desarrollado este músculo emocional gracias al trabajo que hice fuera de las clases.

A propósito, ¿cómo ha sido este primer mes y medio desde que asumió su cargo en el gobierno?

_El trabajo de subsecretario ha sido intenso, complejo, pero satisfactorio porque hay espacio para hacer cosas. La misión del Ministerio de Obras Públicas es proveer, gestionar eficientemente obras y servicios de infraestructura, como regular también la gobernanza de los recursos hídricos que garanticen su preservación y disponibilidad, pero yo pienso más allá de eso. Estamos trabajando con una perspectiva de género, de manera participativa, descentralizada y con protagonismo de los territorios; eso genera cambios en las definiciones de estructura.

No es difícil advertir que la ciudadanía quiere cambios rápidos….

_Compartimos el entusiasmo, interés y preocupación de las personas en el Ministerio de Obras Publicas por la solución de los problemas lo más rápido posible. El punto es que hay temas que toman un tiempo. “Nueve mujeres embarazadas no hacen que la guagua nazca antes”, digamos. Lo que yo siento es que aquí hubo una postergación importante de otras administraciones respecto a las necesidades de las comunidades y por sobre todo que aquellas comunidades no fueron escuchadas. Estamos en el proceso de escucharlas de tal manera de generar confianzas con ellos.

Karina Tapia: “Estudiar en la Universidad de Santiago es lo mejor que pudo pasar en mi vida”

Karina Tapia: “Estudiar en la Universidad de Santiago es lo mejor que pudo pasar en mi vida”


Lleva más de 8 años de experiencia dedicados a conocer las comunidades locales, estudiando el patrimonio y trabajando con materiales no convencionales, pero además es egresada destacada de nuestro Plantel por su gran trabajo desarrollado como voluntaria y luego como profesional en la reconstrucción de Chanco, Región del Maule, una de las tantas comunas devastadas por el terremoto del 27 de febrero de 2010.

Sin embargo, en su enseñanza media no tenía claro que estudiar. La única certeza era que quería dejar su tierra, como lo hicieron sus dos hermanos mayores que son ingenieros, y transformarse en profesional. Karina Tapia, dio la Prueba de Selección Universitaria  y como le gustaban las matemáticas se inclinó por la Arquitectura, no sin antes cruzarse por su mente el teatro y la historia, porque ya había hecho cursos de verano en la Universidad de Chile durante su adolescencia. “Estudiar en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Santiago fue lo mejor que pudo pasarme en la vida. No me arrepiento de nada”, asegura tras recordar el momento en que tomó la decisión sobre su futuro.

La semana cachorra, los grupos de amigos, aquellos jóvenes de su carrera que iban en cursos superiores y que le hablaban de los croquis, de las maquetas, de los dibujos, forman parte de sus alegrías vividas durante los primeros meses en la Usach. Dejó su natal Chanco, pero ya los últimos años de enseñanza media los había cursado en  Cauquenes, por tanto no fue un cambio brusco salir de casa. Lo que si le impactó fue la autogestión. “Si no estudias no avanzas, si no trabajas duro no pasas los ramos. Había que hacerse el tiempo para todo. Siempre me preguntan cuán difícil es Arquitectura y yo respondo que es muy difícil, siento que cada año que tomabas un taller era como una reflexión con respecto al maestro. No es como la matemática o el lenguaje. No hay receta. Depende de quién te lo enseñe”, precisa.

El terremoto y el regreso a Chanco

Estudió seis años y medio en la Usach. Dio su examen el 2011, porque debió repetir un ramo: Investigación 1, pero un año antes había sido el terremoto.

Fueron días difíciles me imagino pensando en tu familia y como había quedado la zona por la magnitud del sismo, ¿no?

_El 27 F me encontró en un bus justo viajando con mi mamá rumbo a Chanco y en plena zona del epicentro. Sentíamos como que el bus iba a explotar. Llegando a Cauquenes nos dimos cuenta de las casas en el suelo; gente esperando a sus familiares, llorando; fue fuerte. Casi todo el año trabajé como voluntaria de construcción de viviendas de emergencia, hice catastro en las casas de adobe. Si hubiese sabido todo lo que hoy sé, muchos de los hogares de Chanco pudieron haberse salvado. Un mes después fueron calificadas de irrecuperables, inhabitables, la gente se asustó y podían repararse, pero se perdió el 80% de la zona típica. Fue mucho tiempo de reacomodarse. Recién ahora estamos con la reconstrucción casi al 100%, pero pasaron más de 10 años. En agosto conseguí un trabajo en la EGIS de acá, Entidad Gestora Inmobiliaria y Social. Postulan a los subsidios del Ministerio de Vivienda. En ese tiempo había más de 1.600 damnificados y no había experiencia sobre ayudar a tanta gente. Era un caos. La primera semana me dediqué a usar Excel, a ordenar los documentos de todos los damnificados. No existía una digitalización en ese entonces. Aprendí mucho a cómo gestionar. Estábamos en una comuna dentro de varias regiones afectadas por el terremoto. Había que hacer lo que se podía con lo que se tenía.

Con esa experiencia, volviste a Santiago y te titulaste. Trabajaste en proyectos maravillosos para la reconstrucción del patrimonio

_Después de la EGIS se necesitaban construir casas y me lancé como contratista. Hice una en albañilería para Vidal Valdebenito, un personaje en la comuna porque tiene 108 años, aunque él sigue viviendo en su querido hogar de adobe. Sus nueras y nietos ocupan la otra. Luego estuve a cargo del primer proyecto de reconstrucción de reparación de viviendas de adobe de 1.700 mts cuadrados, con 3 patios interiores, con un subsidio de reparación asignado a aquellas dentro de zona típica; es como un museo. Como yo tenía aprobados proyectos de viviendas nuevas en el Consejo de Monumentos Nacionales, me propusieron esa reparación. Luego se fueron pasando el dato y comencé a hacerme cargo de reparaciones de 20 casas  y luego a construir con un contratista. Conocimos a Carmen, una arquitecta española que hizo su tesis en casas de adobe acá. El 2015 nos propusimos reparar una casona grande de más de 1.000 metros cuadrados; así que la postulamos como museo de la reconstrucción. Hoy es un lugar donde los turistas pueden  ver cómo se repara una casa de adobe. El proyecto tuvo impacto internacional y recibimos a becarios de la Universidad Politécnica de Valencia, de donde venía Carmen. Ella ahora es jefa del diplomado en tierra de la PUC.

Desde el 2017 hasta los momentos más duros de la pandemia fueron pasos tormentosos. El Ministerio de Vivienda creó un subsidio rural que se fue modificando y poniendo cada vez más obstáculos. Ahora en postpandemia trabaja con particulares ya que se ha generado un boom inmobiliario en la zona. “Muchos santiaguinos compran terrenos y construyen su casa acá buscando tranquilidad y equilibrio con el entorno”, expresa.

Queda claro por qué fuiste designada egresada destacada. ¿Qué sentiste al recibir el premio?

_La noticia me llegó en un momento como un punch, como llenar el estanque de combustible y seguir. Venía en un proceso de bajar de ritmo, topándome con las piedras de la burocracia estatal. El premio fue bacán, soñado.  Sentí que mi Universidad me decía: “Te mereces esto porque  has provocado un impacto en la comunidad. Después de 7 u 8 años trabajando en la reconstrucción de Chanco es un llamado a reflexionar a mirar lo que hiciste”.

Al conocer tu historia me hace más sentido el sello social de la Escuela de Arquitectura Usach


_La Universidad tiene un carácter social innegable. Si hubiese estudiado en otra Universidad no estaría en Chanco en la reconstrucción, sino en una oficina de arquitectura o en otro país, pero me hizo darme cuenta de la necesidad aquí porque no habían arquitectos. Debía quedarme y aportar  en ese momento. Ese carácter social es como tu madre, tu Alma Máter que te enseña a ser un buen profesional o dirige tu línea. Ser amigo/a de tus académicos/as  genera un proceso de aprendizaje distinto.  Hoy recuerdo mucho al profesor Jonás Figueroa que en una clase dijo que no existen las catástrofes naturales, existen las creadas por el hombre por un mal emplazamiento, por mala ubicación, por un sinfín de cosas que no piensan antes de asentarse en un territorio. El arquitecto debe prever esas cosas.

Alejandra Pizarro, tecnóloga en alimentos: “La Usach reforzó mis habilidades blandas para alcanzar esta meta laboral”

Alejandra Pizarro, tecnóloga en alimentos: “La Usach reforzó mis habilidades blandas para alcanzar esta meta laboral”

Fue una excelente alumna del Liceo 1 de Niñas de Santiago. Alejandra Pizarro siempre pensó que, tras la Prueba de Aptitud Académica, optaría por medicina, kinesiología o enfermería, pero el destino le tenía deparado otro camino. Su puntaje la llevó a la carrera de Industria Alimentaria en la Usach, recomendada por un amigo que estudió ahí, quien le comentó del amplio campo laboral que tenía y lo bien que le había ido a él con esta profesión.

En su mente ya estaba estudiar en la Universidad de Santiago, pero nunca imaginó que llegaría a trabajar a Nestlé, pese a que a diario soñaba con trabajar en la Planta Savory en la comuna de Macul; ni menos pensó que se transformaría en la primera Gerenta de Fábrica de Nestlé Chile.

Tíos y primos habían estudiado en el campus Usach de Estación Central. También sabía de nuestra Casa de Estudios por charlas que recibió en tercero y cuarto medio sobre los planteles de educación superior estatales. Estuvo 7 semestres estudiando en nuestra Universidad, pero partió en el Tecnológico del Campus Recoleta. Al semestre siguiente se trasladó al Campus mayor. Recuerda a docentes que le dejaron gran aprendizaje, en especial el académico Sergio Aguirre su profesor guía de tesis, exigente, pero siempre con gran disposición para entregar conocimientos relacionados con la microbiología de los alimentos. El tema de las bacterias le encantaba y reconoce que le abrió un mundo de temas de estudio. “Allí entendí que no me había equivocado de carrera.  También recuerdo con cariño a Cecilia Gertosio, con quien después me encontré en Nestlé”, comenta.

Alejandra comenzó a realizar su tesis dedicada a la microbiología en productos helados y congelados, cuando ya había ingresado como practicante a la empresa. Tras dar su examen, siguió trabajando gracias a una buena evaluación de sus jefes. La contrataron como analista de microbiología; luego quedó a cargo del laboratorio; tiempo después le ofrecieron tomar el cargo de ingeniero de procesos y se transformó en jefa de calidad de la planta de helados y productos refrigerados. Su vertiginoso ascenso siguió con el cargo de Total Performance Management en Calidad. Fue jefa de producción en la fábrica de Macul, hasta que fue designada como flamante Gerenta de Fabrica, la primera mujer que se desempeña en ese rol en Nestlé. Son 22 años de intensa y prolífica carrera laboral. Ha tomado cursos de microbiología básica; otros de calidad tanto interna como externa, de relacionamiento con personas y lo último fue en la Universidad Adolfo Ibáñez donde cursó un diplomado para mujeres promoviendo equipos directivos.

¿Qué sentiste cuando te designaron como la primera Gerente de Fábrica?

Ser la primera gerenta de planta en Nestlé es una tremenda oportunidad, un premio al esfuerzo y estoy feliz por la confianza que la empresa deposita en mí.  Mi tarea es demostrar mis potencialidades para llevar este equipo a los niveles que Nestlé necesita. Sé que puedo representar a muchas mujeres que seguramente no se atreven a dar este paso por temas familiares o de confianza en sí mismas, pero siento que el liderazgo femenino se hace cada vez más necesario en el mundo de hoy. Está demostrado que los equipos diversos hacen la diferencia y podemos aportar muchísimo a las organizaciones. Me siento valorada y validada por mis colegas, lo que me ha facilitado mi trabajo.

Al escuchar a Alejandra, se percibe el cariño que siente por Nestlé, que solo es comparable al que siente por su familia y  por la Universidad que la acogió tras su enseñanza media.

¿Qué importancia le asignas a tu  formación recibida en la Universidad de Santiago?

La Usach me aportó valores tales como la buena convivencia, la empatía con los demás. El cambio fue fuerte del colegio a la Universidad. Mi Alma Máter no solo me entregó los conocimientos técnicos para desempeñarme en el campo laboral sino también herramientas de relacionamiento con las personas. Es difícil comparar universidades, pero siento que la Usach se adaptó a mi forma de ser , sumándome otros valores personales más que los que durante mi niñez y juventud  me inculcaron mis padres. Sentí  los valores de la unión, del respeto a las personas, la empatía por el otro. Eso lo aprendí en la Usach donde conviví con compañeros de distintas clases sociales. No había diferencias. Me aportó una mirada más amplia del mundo.

Desprendo de tus palabras, que no basta con el conocimiento para triunfar en la vida laboral. Hay otras destrezas o habilidades que son necesarias para ser un buen jefe.

Así es, en la Usach me sentí muy acogida y acompañada durante el proceso de estudio lo que fue muy importante para terminar mi carrera. Allí observé distintas realidades que me  ayudaron después a ser empática, ponerte en el lugar del otro, lograr confianzas. Lo que viví en la U. de Santiago lo llevé a las relaciones con mis compañeros de trabajo. La Usach aportó la combinación perfecta al entregarme todo el conocimiento técnico que, sin duda vas mejorando con la experiencia y  el correr del tiempo, pero también algo muy importante que son  las habilidades blandas. No había una cátedra específica, pero teníamos un ambiente especial que solo se genera en ese Campus único. Ponerse en el lugar del otro y trabajar con empatía es clave en el éxito futuro. Puedes conocer mucho los procesos, ser talentoso técnicamente, pero si no tienes habilidades blandas, es más difícil avanzar y eso se lo debo también a mi Universidad.

Amanda Wosiack Menin, médica: “La Usach forma profesionales de excelencia capaces de desarrollarse en cualquier área”

Amanda Wosiack Menin, médica: “La Usach forma profesionales de excelencia capaces de desarrollarse en cualquier área”

Son días difíciles para los chilenos producto de la pandemia, pero también para el personal médico de hospitales y clínicas, y en particular para la atención de urgencia. Nuestro reconocimiento es para ellos y ellas que han desarrollado un tremendo trabajo durante la crisis sanitaria ocasionada por el Coronavirus. La  doctora Amanda Wosiack Menin forma parte de esa primera línea. Llegó muy joven a Chile en búsqueda de oportunidades laborales y al poco tiempo pudo ingresar a la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Santiago tras su objetivo que era convertirse en médico. Desde el Hospital de la Florida, la Posta Central, y otras clínicas privadas ha luchado en los servicios de urgencias por recuperar la salud de las personas y muchas veces salvar vidas. Su madre, profesora de Educación Básica en Brasil costeó su carrera y orgullosa alcanzó a saber de su titulación, antes de fallecer. Su padre comerciante sigue en ese país y hoy se recupera de COVID satisfactoriamente. Su hermana menor  va tras los pasos de Amanda en nuestra Universidad cursando el tercer año de Medicina.

¿Qué te llamó la atención de nuestra Casa de Estudios?

-Nunca pensé quedar en Medicina cuando postulé. Fue una linda sorpresa porque mi sueño se haría realidad.  Sabía del prestigio de la Usach como Universidad pública y de gran trayectoria. Aquí comprobé el perfil del egresado; un profesional autónomo, competente, de excelencia, con capacidades para desarrollarse en cualquier área. Me llamaron la atención los campos clínicos que son excelentes, la calidad de los docentes y la parte deportiva que te entrega nuestra Casa de Estudios. Jugué Volleyball  en el equipo de Medicina y también en la selección de la Universidad.

Has hecho carrera en el Hospital de La Florida, en la Clínica La Parva y en otros establecimientos de salud, pero desprendo de tus palabras que la Posta Central ha marcado tu vida profesional.

-Sí,  he hecho turnos de urgencias también en clínicas, pero la Posta ha sido una tremenda escuela para mí. He aprendido mucho de la medicina de urgencia, que es una especialidad muy linda. Aquí es donde uno se reconecta con la gente que de verdad necesita ayuda. Es muy gratificante. Durante el peak  de la pandemia, nosotros básicamente estuvimos solo viendo pacientes COVID. Fueron cuatro a cinco meses con todos los boxes llenos. Tuve que cubrir turnos de colegas que estaban además licencias médicas producto del virus, siquiátricas u otras razones; muchas noches no dormimos nada y estuvimos fines de semanas sin descansar. Fueron meses de un alto desafío no solo para nosotros como médicos y médicas, sino también para todo el personal de salud.  Muy complicado.

A la luz de esta experiencia, ¿qué opinas del y la profesional que egresa de la Escuela de Medicina, de la  Facultad de Ciencias Médicas de nuestra Universidad?

- Permíteme agregar que la Usach fue el lazo  que me unió a Chile, mi segunda patria. Los amigos que conocí en la Universidad se transformaron en mi familia. Me acogieron en navidades, cumpleaños, cuando no podía viajar a Brasil. Hasta en el plano sentimental la Usach tuvo que ver en mi vida. Pololeo hace dos años con un médico titulado de la Usach que  trabaja en el Hospital San José donde nos conocimos durante una pasantía. Éramos amigos desde la época universitaria. Esta Casa de Estudios a diferencia de los planteles tradicionales, lleva muy poco tiempo dictando la carrera y a pesar de eso tú hablas de la Universidad en los campos clínicos y todos tienen una muy buena imagen de sus estudiantes. Nos dicen que los internos de la Usach son buenos, están bien preparados, se quedan muchos en el sistema público. Los profesores son excelentes. Los estudiantes de la Usach están dispuestos a todo. Hacen lo que sea para que todo salga bien; para que los exámenes se hagan; para que los pacientes reciban la atención que merecen; trabajan las horas que sean. Son profesionales que no miden esfuerzos, son proactivos y muestran mucho amor por su vocación. En la Usach, de verdad, se ve la vocación de sus profesionales.

Miraba tus redes sociales y sin duda encarnas también el sello Usach de servicio a los demás, porque pese al cansancio de los turnos te preocupas por la comunidad poniendo tus conocimientos a su disposición.

- Eso es parte de nuestro trabajo no solo como médico, sino como ser humano. Si uno tiene algo que aportar al mundo en una situación así, tiene el deber de hacerlo. A través de mis redes sociales quedé a disposición de muchas personas para que me llamaran en caso que tuviesen síntomas de COVID y aclarar sus dudas antes de llegar a un centro asistencial. Ese espíritu de servicio público lo recibí de la Usach, pero también de lo que me inculcó mi núcleo familiar en Brasil. Pusimos mensajes en los ascensores del edificio donde vivo para que me llamaran en caso que necesitaran ayuda y con los vecinos dispusimos de apoyo entregando canastas básicas a quienes más lo requerían.

Amanda sigue su trayectoria profesional sin dejar sus estudios de lado. Recientemente concluyó   un Magíster en Salud Pública con gestión en salud y está a la espera de su titulación. Ahora continuará con un Magíster en Epidemiologia. Próximamente espera regresar a la Universidad de Santiago para seguir sus estudios de especialidad formal que estarán ligados  seguramente  a la cirugía.

Andrés Venegas, periodista: “La Usach me inculcó el compromiso con la verdad, trabajo honesto y diversidad en todas sus formas”

Andrés Venegas, periodista: “La Usach me inculcó el compromiso con la verdad, trabajo honesto y diversidad en todas sus formas”

Formó parte de la primera generación que ingresó en 1992 a nuestra Escuela de Periodismo. Andrés Venegas dio la Prueba de Aptitud Académica con un ojo puesto en Administración Pública, siguiendo la tradición de su padre que trabajaba como asistente en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, y el otro en el Periodismo ya que desde pequeño le interesaron las comunicaciones. Formado y educado en dictadura, recuerda que la década de los 80 fue dolorosa y muy noticiosa a la vez, tanto así que en la mesa familiar las tertulias se concentraban en analizar materias de actualidad y en especial el periodo de rectores delegados que imperó en  la Casa de Bello.

Andrés alcanzó puntaje suficiente para ingresar a cualquiera de las dos carreras que prefería, pero siguió el camino del Periodismo y no se equivocó. Curiosamente y pese a contar con beneficios para ingresar a la Universidad de Chile, por ser hijo de un funcionario de ese plantel, decidió convertirse en un profesional con el sello de nuestra Casa de Estudios. Hoy nos cuenta su historia.

¿Qué te motivó a entrar a la Usach?

- Me pareció desafiante formar parte del primer grupo de estudiantes de Periodismo. Yo entré el año 92, cuando se creó esta carrera en la Facultad de Humanidades. Me motivaron distintas cosas: la Usach tiene toda una historia ligada a la ex UTE, un marcado compromiso con los Derechos Humanos y la reivindicación de una educación pública. También tenía una razón más bien logística para estudiar allá y era  porque me quedaba relativamente más cerca de la casa, lo que era muy importante porque mis padres no contaban con muchos recursos. Yo nací en la antigua comuna de Barrancas, que después se subdividió en Pudahuel, Cerro Navia y Lo Prado. Mi mamá ha sido toda la vida dueña de casa, activa colaboradora de la Iglesia Católica y voluntaria de clubes de adultos mayores, y mi papá hoy está jubilado, además de enfermo lamentablemente. Yo fui la primera generación de mi familia en ingresar a la Universidad, a punta del esfuerzo y sacrificio mío y de mis padres, que siempre me enseñaron la importancia de la educación. Asistí a una escuela con número, la Escuela 381, pero tuve buenas calificaciones; después postulé y quedé en el Liceo Lastarria y de ahí llegué a la Universidad de Santiago.

¿Cuándo comienzas a sentir que la Usach sería tu alma máter?

- En tercero y cuarto medio, pero la verdad es que la conocía más por el Planetario. No tenía mayores referencias. Luego comencé a interiorizarme y a ir a la Feria del Postulante. Formar parte de la primera generación de periodistas que egresó de la Universidad de Santiago fue muy motivante. Hasta el día de hoy siento que estuve en un lugar histórico, y con ello no solo me refiero a la riqueza patrimonial; se respiraba un Plantel con un pasado enriquecedor en cuanto a la formación de futuros profesionales, como también el compromiso e interés social por los hechos que ocurrían en el país, así como la transversalidad de mis compañeros. Además, mezcla muy bien la arquitectura clásica y moderna con lugares de esparcimiento y tiene algo que otras Casas de Estudios no tienen, que es esa tremenda extensión territorial donde todo está concentrado en un solo sitio, lo que te permite hacer deportes, actividades culturales, teatro. Incluso trabajé en la Usach como mesero en uno de los casinos para poder juntar algo de dinero.

Andrés Venegas recuerda con especial afecto al primer director de la Escuela de Periodismo, Érico Carrasco, y a profesores como Francisco Jara, que por esos años trabajaba en Agencia UPI; Carlos Dorat, que lo hacía en DPA; Werner Arias, docente exigente, pero que despertaba las habilidades blandas de los estudiantes, y finalmente a Patricio Montt, que terminó motivándolo a dar sus primeros pasos en Radio Agricultura. “Esta carrera requiere aprender haciendo”, recalca, “y eso se lo agradezco a mis profesores, por la oportunidad y las facilidades que me dieron para hacerlo”.

De Radio Agricultura al Banco de Chile

Con una prolífica trayectoria este egresado de nuestra Universidad trabajó primero en Radio Agricultura y la agencia informativa ORBE; luego se desempeñó como periodista de Economía en el Diario La Tercera y en el vespertino La Hora; durante 9 años formó parte del equipo de Señales Económicas del Diario La Segunda , donde llegó a ser subeditor; en 2010 pasó al equipo de comunicaciones del ministro de Hacienda, Felipe Larraín, y dos años más tarde abandonó Teatinos 120 para dirigirse a La Moneda donde ocupó los cargos de subdirector y luego director de la Secretaría de Comunicaciones (Secom). La economía siguió siendo lo suyo y posteriormente se desempeñó como jefe de Comunicaciones en LarraínVial, para finalmente volver a los medios de comunicación, específicamente al Diario El Mercurio como jefe de Estudios de Economía y Negocios. Hoy es subgerente de Comunicaciones Corporativas del Banco de Chile.

Recuerda que en los distintos puestos a los que accedió lo llamaron por sus capacidades y trabajo, sin que le preguntaran jamás por sus creencias políticas, ideológicas, religiosas o valóricas. “Soy un agradecido de Dios porque al final te miden por el trabajo bien hecho. La Universidad de Santiago y mis profesores me inculcaron el compromiso con la verdad, el trabajo honesto y el respeto por la diversidad, en todas sus formas. Eso se lo trato de traspasar ahora a mis dos hijos: Sebastián que estudia en la Usach como lo hice yo, y Sofía que acaba de terminar primero medio”, remarca.

Andrés comparte actualmente su trabajo en el Banco de Chile con el Directorio del Capítulo Chileno de la Asociación Interamericana de Periodistas de Economía y Finanzas (AIPEF), que integra ad honorem y que busca fomentar la capacitación permanente de los periodistas que se desempeñan en el sector económico.

Carolina Sandoval, profesora de Estado: “Ser las y los mejores, para aportar a proyectos comunitarios que nos necesitan”

Carolina Sandoval, profesora de Estado: “Ser las y los mejores, para aportar a proyectos comunitarios que nos necesitan”

Volvió al sur con la convicción que sus ancestros la acompañaban en su regreso. Carolina Sandoval Azócar es profesora mentora en la asignatura de Lengua y Cultura Indígena en el Colegio Quilacahuin; su trayectoria como docente en Santiago y ahora en el sector rural de la décima región se ha centrado principalmente en el desarrollo de metodologías participativas, diseñando y practicando una pedagogía transformadora e inclusiva; tanto así que es una de las 20 semifinalistas del afamado concurso Global Teacher Prize Chile.

Desde el momento que supo esta noticia, la profesora de Historia formada en la Facultad de Humanidades de la Universidad de Santiago, no ha parado de dar entrevistas a los medios de comunicación locales. A sus 36 años, disfruta de vivir en el campo, donde ha desarrollado un trabajo intercultural destacando los valores de la cultura Mapuche Huilliche de la zona.

¿Por qué estudiaste pedagogía?

- En mi familia siempre existían relatos asociados al rol que cumplió mi bisabuelo materno del sector de Quilmahue; él era invitado a los exámenes finales de las casas/escuelas que existían en el siglo XX; aquí hay un cruce con la historia de Gabriela Mistral, pues era común que algunas familias dispusieran de sus hogares para la escolarización de los sectores rurales. Él no tenía ningún estudio profesional, pero era reconocido por su sabiduría. Además, al otro lado del río, en el sector de Maile, mi abuelo paterno también tiene historias con la escuela del territorio donde asistía cuando niño.

De su familia, Carolina es la primera en nacer en Santiago, producto de la migración campo-ciudad y de la diáspora mapuche de mitad del siglo XX chileno; también es la primera en ingresar a la Universidad y en este recorrido histórico y genealógico  se reencuentra con sus raíces, la pedagogía y la educación rural. Por todo lo anterior, esta docente estima que ser profesora se hace en el andar y refuerza, según sus propias palabras, la idea mistraliana de que la pedagogía es un oficio.

¿Cuál es el aporte de este premio y de esta semifinal a tu carrera como docente?

- La gracia de este Premio Nobel de la Educación, el Global Teacher Prize, es que realza el valor social de la pedagogía; por ejemplo, las y los docentes no estamos acostumbrados a aparecer en la prensa y tenemos un rol importante que ocupar allí; por eso es gratificante aprovechar estos días de revuelo mediático: las y los profesores necesitamos ocupar estos espacios de relevancia social para convertirnos en referentes para nuestras y nuestros chiquillos.

¿Cómo fue tu ingreso a la Usach?

- Cuando llegué a la Usach con suerte había leído Papelucho Historiador, pero si había adquirido mucha riqueza cultural y política gracias a la conversación en casa, pues por el tema de la tradición oral que es súper campesina y mapuche siempre la sobremesa fue un espacio de encuentro y debate muy importante en mi familia. Ingresé el 2002 y por supuesto que significó un impacto grande pues el Departamento de Historia tenía personalidades muy relevantes para las Ciencias Sociales del país; además, estaba todo el movimiento estudiantil y social que se generaba en el día a día fuera del aula. De hecho, mi práctica profesional la realicé en plena Revolución Pingüina en el emblemático Liceo de Aplicación; por ese tiempo, también estuve en la Universidad ARCIS realizando ayudantías en el ramo Didáctica de la Historia acompañando a la profesora Maritza Cabezas del área de Educación del Departamento de Historia de la Usach. Ahora ya llevo  15 años dedicados a hacer clases en colegios.

El regreso a las tierras ancestrales

Carolina sentía que la experiencia que recogió en su quehacer cotidiano en las escuelas de Santiago, debía ponerla al servicio de las y los niños mapuche, por eso, hace tres años está en el Colegio Quilacahuin, ubicado en el sector rural de la comuna de San Pablo, décima región.

En este contexto de pandemia y en pleno invierno no debió ser fácil este año entregar conocimiento a tus estudiantes con la escasa cobertura de Internet.

- Como estamos en territorio Mapuche Huilliche por ley la asignatura de Lengua y Cultura Indígena debe estar presente en el Curriculum; mi tarea consiste en acompañar la labor de Ximena Fucha, Educadora Tradicional y mi trabajo es transformar ese saber sabio que ella porta, en saber pedagógico para traspasarlo a las y los estudiantes, por eso somos una dupla pedagógica. En el colegio y en este contexto, la pandemia se ha abordado sin teleducación y sin clases sincrónicas, por eso surgió un convenio entre el Colegio Quilcahuin y la radio La Voz de la Costa y se habilitó un espacio de 30 minutos con cápsulas radiales de todas las asignaturas para que así se mantuvieran los aprendizajes. Nuestro aporte a este espacio llamado “A orillas del Kutralwe” ha sido incluir a las y los niños en estas capsulas radiales, pues es muy importante que sea su voz la que aparezca ya que eso fortalece su autoimagen, su autoestima y su identidad mapuche y campesina; esta fue la estrategia que decidí promover para mantener una intención de metodología participativa a la distancia.

Sin embargo, esto no le bastó a Carolina así que ideó un programa audiovisual  de títeres llamado “La ruta de Esperancita” que pretende mantener el sentido de pertenencia en la comunidad escolar  y a pesar de que afirma categóricamente que la pandemia ha intensificado las desigualdades educativas a nivel país , también cree que se ha transformado en una oportunidad de aprendizaje para fortalecer los saberes ancestrales, pues es una posibilidad de pasar más tiempo en familia aprendiendo de huertas, animales y ciclos de la tierra. Ahora, con el fin de la cuarentena, recorre el campo y hace visitas domiciliarias donde enseña y aprende de sus estudiantes y sus familias.

A la luz de lo que me cuentas y esta bella experiencia pedagógica, ¿qué papel tuvo la Usach en tu formación y en la postulación al Global Teacher Prize?

- Las y los profesores de la Usach me dieron esa mirada desde lo social y lo colectivo: esa fue la Historia que me enseñaron y por ello comprendí que las herramientas profesionales que adquieres se vinculan con proyectos comunitarios, sociales e históricos. En la Universidad de Santiago se adquiere conciencia de que pertenecemos a colectivos y que nuestros cuerpos también son territorios que portan memorias: como mujer, como pobladora, como mapuche, como hija de obrero y como nieta de campesinos; por eso, acá soy profesora y más que eso, soy parte del lugar, del territorio. Las y los académicos de Historia y Educación de la Usach me entregaron la pasión, la disciplina y el profesionalismo; me enseñaron que ser profesora es sentirse grande, poderosa, fuerte y desde esa autoconciencia habito la escuela: ser las y los mejores, no para competir con otros sino para aportar con esa calidad profesional a esos proyectos comunitarios, sociales e históricos que nos necesitan.

Samanta Sanhueza, Licenciada en Historia: “La Usach aporta profesionales de excelencia, con sentido social y al servicio de la comunidad”

Samanta Sanhueza, Licenciada en Historia: “La Usach aporta profesionales de excelencia, con sentido social y al servicio de la comunidad”

Profundamente agradecida de sus profesores a quienes admira por su sensibilidad social y política se manifiesta la Licenciada en Historia, mención Gestión Cultural, Samanta Sanhueza. Desde pequeña supo que debía dejar su natal Calama para venirse a la capital, con un objetivo claro en mente: estudiar en la Universidad de Santiago como fuese. Dio la PSU, pero el puntaje no le alcanzó. Partió a Viña del Mar donde estuvo un año en la Universidad Adolfo Ibáñez, sin embargo no descansó hasta ingresar a la Usach. Intentó por segunda vez con la PSU y lo logró. Ella quería estudiar en un Plantel tradicional y estatal. Hija de padres que trabajaban en la minería y que siempre la apoyaron, recuerda que le atraía analizar a las personas, pero también notaba en su personalidad un fuerte interés por la política. “La Usach da ese espacio para la discusión y desarrollarse en plenitud”, destaca.

Su papá, técnico electromecánico en Codelco, durante un tiempo trató de independizarse, pero las condiciones económicas no se lo permitieron. Fue justamente cuando Samanta decidió buscar su futuro, alentada por su madre que siempre quiso que se transformara en una profesional, aunque para ello debiese abandonar su ciudad. Tiene dos hermanos pequeños. Como primera generación en ingresar a la Universidad, recuerda que su primer acercamiento a la Usach fue conocer a sus nuevos compañeros. “Tuve una sensación de comunidad, de compañerismo de inmediato. De hecho, a una de mis mejores amigas la conocí en el frontis de la Universidad, cuando asistimos una semana antes a una especie de nivelación que nos hicieron los propios estudiantes de carreras mayores. Yo venía de un Plantel donde no se generaba esa relación, sino que todo lo contrario… era de competencia”, expresa.

¿Cuál era tu aspiración profesional cuando decidiste estudiar Licenciatura en Historia?

- Me imaginaba convertida en una historiadora, también leyendo mucho en una biblioteca. Sin embargo, a poco andar de la carrera, conocí la mención de Gestión Cultural. Éramos 60 compañeros nuevos en el plan común. Unos habían entrado a Pedagogía y otros a Licenciatura. Nos fuimos dividiendo y a los dos años y medio tuve los primeros ramos de Gestión Cultural, y me encanté con esta práctica académica, aplicando el conocimiento en un área más comunitaria, recuperando historias orales, el patrimonio…todo se fue configurando posteriormente.

¿Qué recuerdas de tus profesores de la Facultad de Humanidades?

- Lamentablemente no tuve clases con el profesor Julio Pinto, pero si compartí con él cuando me tocó organizar las Primeras Jornadas de Estudiantes de Historia. Nuestros académicos fueron exigentes, pero a la vez geniales. Son personas admirables en términos intelectuales y son parte importante de la Universidad. Tenían visiones políticas muy interesantes de aprender de ellos, con historias de vida que te marcaban. Especialmente hoy tengo una relación muy cercana de mucho respeto y admiración intelectual con el profesor Rafael Chavarría, jefe de carrera de Licenciatura en Historia.

Samanta egresó el año 2017. Hizo un proyecto de tesis que utilizó posteriormente para ingresar al Magíster en Arte, Pensamiento y Cultura Latinoamericano, del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago, IDEA.

Por lo que entiendo tu tesina estuvo centrada en el tema minero. La familia y tu tierra siguieron presentes.

- Si, fue una investigación sobre trabajadores mineros. Los padres marcan. A veces uno no lo acepta, pero ocurre. Me atrajo mucho escudriñar y entender las identidades de los mineros, investigar por qué son tan corporativistas. La tesis del Magíster no la hice solo de mineros de Calama, sino en general. En el IDEA tuve durante dos años a otros profesores, pero similares a los de la Universidad, con un pensamiento crítico que marca mucho a la Usach. Mi tesis estuvo relacionada con la representación en el cine documental de los mineros de los años 50. Traté de analizarlo desde una perspectiva de género para detectar qué tanto patriarcado había allí. Recurrí para esa investigación al Archivo Patrimonial de nuestra Universidad. Luego con unos compañeros de la Usach nos ganamos un proyecto Fondart sobre cine y trabajo, y mostramos documentales en Calama, estuvimos en El Salvador y se suponía que terminaríamos en Lota, pero el estallido social y luego la pandemia no lo permitió. Ahora estamos viendo como lo terminamos en línea.

Cultura y comunidad

Samanta al terminar su pregrado hizo su práctica en Matucana 100, en el área de producción y programación. En esa época la Corporación Cultural tenía la presidencia de una asociación gremial de salas de teatro y postularon a un Fondo del Ministerio de Cultura. Quedó contratada como asistente administrativa, luego secretaria ejecutiva de la Red Salas de Teatro y fue  productora en la organización, por ejemplo, de la noche de los teatros y algunos encuentros nacionales.

Actualmente estás en Servicio País. ¿Qué tal la experiencia?

- Postulé en octubre de 2019 y desde marzo estoy en Alhué. Antonia Garcés, otra usachina es la directora regional de la Fundación para la Superación de la Pobreza. Aquí hacemos trabajo con las comunidades organizadas. Este año estamos en la Fase 1 de intervención. Estamos diagnosticando el territorio. Hemos tratado de hacer, en la medida que nos permite la pandemia, diagnósticos sociohistóricos y socioculturales; establecer cuáles son sus problemas, para entregarles herramientas que les permitan surgir, desde una mirada multidimensional de la pobreza no solo económica. Hacemos mucho apoyo a postulación a proyectos.

¿Qué significa la Universidad de Santiago en el desarrollo de tu vida personal y profesional?

- No entendía lo que era el concepto de alma máter antes que ingresara a la Usach. Gran parte de lo que soy, se lo debo a la Universidad de Santiago. Me siento profundamente orgullosa de mi Casa de Estudios por todo lo que han hecho durante este tiempo de pandemia. El perfil del egresado de nuestro Plantel se reconoce en todos lados. Somos aperrados y estamos dispuestos a trabajar por la comunidad. Hay una conciencia social y política muy marcada, pero eso no quita que seamos profesionales de excelencia. Esa es una combinación perfecta. La sensibilidad social aporta en todas las áreas.

Claudia Sánchez, doctora en ciencia con mención en Física: “Si viajara en el tiempo, elegiría nuevamente la formación académica de la Usach”

Claudia Sánchez, doctora en ciencia con mención en Física: “Si viajara en el tiempo, elegiría nuevamente la formación académica de la Usach”

Claudia Sánchez es la mayor de tres hermanas. Vivía en Malloco, Peñaflor. Primera generación en entrar a la Universidad por parte de la familia de la mamá. Gracias al esfuerzo de sus padres pudo estudiar en un buen colegio con lo que adquirió una buena base educacional, que le permitió ingresar a la carrera de Ingeniería Física, de la Facultad de Ciencia, de la Universidad de Santiago con apenas 17 años.

Su dedicación comenzó a dar los primeros frutos tras obtener su Licenciatura en Física Aplicada. En esa misma época viajó a la Antártica por un mes para hacer mediciones de radiación ultravioleta. Le encantó conocer gente de otros países, hacer investigación, estudiar la física y aplicarla en terreno. Trabajó en este proyecto con el doctor Raúl Cordero y fue parte de las primeras expediciones que se hicieron a la base Rey Jorge.

De regreso en Santiago y conocer a una científica francesa de la École Normale Supérieure de Lyon, que había hecho un postdoctorado en nuestra Universidad y que exponía uno de sus trabajos en Chile, ratificó su camino por la ciencia.

¿Por qué la investigación de los volcanes te llamó tanto la atención?

-La investigadora francesa Valerie Vidal expuso esa vez un estudio de física experimental con aplicación en volcanes, que encajaba súper bien con mis intereses que era el deporte, la montaña y la física.  Por fin me sentía completamente segura de lo que quería. Ese último año postulé a las becas Conicyt y al Doctorado en Física de la Usach, hice colaboración con ella y con el profesor Francisco Melo del grupo de física no lineal del Departamento de Física de nuestro Plantel. Mi tesis de doctorado se basó en modelar experimentalmente la dinámica de la emisión acústica de un tipo de erupción volcánica llamada estromboliana.

¿Desde entonces las puertas de Europa se abrieron para tu investigación?

-Si, estuve un año en Lyon, Francia. Concluidos los cuatro años del doctorado tracé mi camino; quería seguir en ciencia,  conocer en detalle, pero en terreno lo que había estudiado a escala de laboratorio. Quería estudiar el volcán Stromboli y viajé a hacer mi postdoctorado a Italia con un grupo de la Universidad de Florencia que monitorea y estudia el volcán usando mediciones de infrasonido, que son sonidos de baja frecuencia que el humano no puede percibir. Durante cuatro años he estado en Italia estudiando fenómenos vulcanológicos haciendo trabajo experimental en el laboratorio y en terreno. El año pasado conocí a una investigadora japonesa y haré un segundo postdoctorado en el Earthquake Research Institute de la Universidad de Tokio en cuanto se abran las fronteras que por el momento no me permiten viajar a consecuencia del Coronavirus.

¿Me comentabas que un tercio de tu vida has estado ligada a la Universidad de Santiago, pero tenías referencias de la formación que entregaba?

-No sabía nada de la Usach. Solo tenía de referencia el básquetbol, ya que tenía como docente a Patricia Bermúdez  que había estudiado y jugado por la Usach.  Cuando viajaba desde Talagante a Santiago, al llegar a Estación Central lo primero que observas al llegar a Estación Central es el Planetario de mi Universidad, pero no sabía de sus carreras. Cuando llegué a la Usach me impresionó el Departamento de Física rodeado de verde por todos lados, un lindo jardín, ingresé a la sala donde éramos más o menos 60 estudiantes y vi una diversidad gigante; ahí me di cuenta que había salido de la burbuja y estaba observando el verdadero Chile que no había visto antes. La Usach me mostró las problemáticas sociales del país y también me enseñó empatía frente a las injusticias sociales. Durante esos 9 años recibí herramientas de diversidad y de justicia social por un lado y científicas por otro. Tuve posibilidad de aprender mucha matemática, física y técnicas experimentales que hasta ahora sigo aplicando. Nuestros académicos aportaron mucho a mi formación, a lo que soy ahora.

¿Qué importancia le asignas al contacto que nuestra Universidad y sus académicos pueden establecer con sus pares extranjeros, para que estudiantes como tú puedan abrirse al mundo?

-Yo creo que es tremendamente importante y fue la Usach la que me permitió seguir el camino de la investigación con el Doctorado. Fíjate que cuando di la PSU me gustaba la Astronomía y también la Física. Estaba entre la Universidad de Chile y la Universidad de Santiago... eran mis dos opciones. Elegí la Usach y fue mi mejor opción. De hecho lo pienso ahora y si volviera atrás en el tiempo, elegiría nuevamente la Universidad de Santiago. No tengo ninguna duda. Con la Licenciatura en Física puedes seguir Ingeniería en Física que son dos años más o entrar al Doctorado como fue mi caso. Tener contactos en el extranjero es vital. Hay que diversificarse, mirar hacia afuera y ver como se trabaja en otros laboratorios de otras universidades, ver otras culturas.  Durante mi doctorado de 4 años estuve un año en Lyon, Francia y ahí decidí que tenía que dar un paso más y estudiar en terreno lo que aprendí en laboratorio, yendo al volcán Stromboli. Contacté a un profesor en Italia y viajé a Florencia, donde estoy hace 4 años. El primer año de Italia, la Universidad de Florencia me costeó el trabajo. El segundo y tercer año opté por las Becas Chile y el último año ha pagado la Universidad de Florencia.

¿Que ha sido la Usach para ti?

-La Universidad de Santiago fue gran una caja llena de herramientas que tomé, tanto en el plano social, personal y académico que me han llevado a estar donde estoy y avanzar en mi vida. La Usach es diversidad, justicia, herramientas técnicas y científicas que hoy poseo y las utilizo para hacer un buen trabajo en Italia, Francia y que ahora me llevan a Japón.

Tu próximo destino es Tokio. No paras de perfeccionarte.

-Si, muy pronto viajaré a Tokio a un segundo postdoctorado para estudiar la dinámica del magma en volcanes. Serán dos años. Chile y Japón están sumamente conectados respecto a volcanes, tsunamis y terremotos, así que pensé que era el momento de aprender allá y volver algún día a mi país para entregar todo ese conocimiento. Quiero de alguna forma que la Geofísica sea importante para la gente. Que ocurra algo similar con lo que pasa con la Astronomía. Que también se motiven con los volcanes y aportar en difundir la investigación. Me gustaría hacer investigación en alguna Universidad o institución gubernamental. Participar en el OVDAS, Observatorio Vulcanológico de Los Andes del Sur que es súper importante y que forma parte del Sernageomin. Me encantaría también ser académica de mi Universidad, aunque siempre hay temor por la situación económica y política  del país. El Estado te llama a retribuir lo que aprendiste en el extranjero, pero hay muchos que vuelven a Chile y no pueden hacer ciencia. Siento que ahí hay un error político de quienes nos dirigen. Si entendieran lo importante de la investigación para el desarrollo del país, podríamos avanzar en ciencias de la tierra, tecnología e innovación... Chile es un laboratorio natural y deberíamos aprovecharlo.

Gianinna Repetti, arquitecta: “En la Usach crecí y me transformé en una profesional completa”

Gianinna Repetti, arquitecta: “En la Usach crecí y me transformé en una profesional completa”

Gianinna Repetti como muchos chilenos debió dejar sus horarios habituales, para hacer frente al teletrabajo. En la casa además debe estar pendiente del cuidado de sus dos hijos, de las tareas y las importantes labores que realiza para el municipio de Recoleta. Reconoce que hay una sobrecarga mayor, que con la ayuda de su esposo y por sobre todo con el sello de nuestra Universidad ha podido sobrellevar. “La Usach es mi origen profesional y humano. Ahí conocí a mi marido con el que tengo dos hijos. Allí crecí y me hizo una profesional completa”, dice con orgullo.

Desde pequeña tuvo facilidad para lo social por sobre las matemáticas. La única coincidencia que tenía con la Arquitectura, que sería su profesión, era el arte. Le gustaba dibujar, estudió en un colegio municipal, pero  quería ser abogada. Durante su enseñanza media, el colegio la llevó a recorridos por las universidades buscando su verdadera vocación. Fue siempre buena alumna. Estaba dentro del 10%  de las mejores de su establecimiento.

¿Conocías algo de la Universidad de Santiago antes de esas visitas?
-Sí, porque mi papá era de la ex UTE. Su historia es bien linda. El comenzó haciendo aseo allí tras abandonar el colegio. Como era inteligente, acogió algunos consejos de sus amigos y terminó sus estudios en un establecimiento para adultos. Tiempo después firmó junto a otras personas el convenio CUT-UTE para los funcionarios, que le permitió estudiar, en esos años, una carrera relacionada con la administración. El 11 de septiembre del 73  salió de nuestra casa a defender la Universidad. Estuvo a cargo de un recinto, compartió esa jornada con Víctor Jara, estuvo preso. Posiblemente mi papá fue uno de los últimos que habló con el cantautor antes de su muerte. Ya en democracia, volvió a estudiar en el Tecno cuando estaba en Recoleta. Yo lo acompañaba a la Usach desde chica.

¿Qué te gustaba de la Universidad de Santiago?
-Que estuviera todo junto. Que no fuera como la Universidad de Chile que tenía Ingeniería y Medicina aparte. Me gustaba ese contexto de comunidad. En esos años lamentaba mucho que la Usach no tuviese la carrera de Derecho que era lo que yo quería. Entonces cuando me hicieron ese recorrido de carreras, Arquitectura fue la que más me gustó, porque tenía una connotación distinta a la U. de Chile que era más matemática. La Usach era más artística y ligada a las herramientas informáticas. Yo ingresé en 1996. La Universidad de Santiago me bonificó con 30 puntos por notas de enseñanza media.

Gianinna tuvo dificultades para seguir costeando su carrera. Desde el cuarto año tuvo que trabajar para pagar sus estudios. Primero lo hizo en una empresa de ingeniería alemana, donde iba a dibujar en Autocad; luego en una oficina de arquitectura particular donde hacía diseño. Posteriormente trabajó en la Municipalidad de Estación Central donde estuvo a cargo del área de construcción de la Dirección de Obras. “Como contraparte en un proyecto, conocí a Daniel Jadue, quien siendo profesional de una oficina de Arquitectura, me decía que cuando él fuera alcalde me llevaría a trabajar con él”, recuerda Giannina. Pasó el tiempo y la promesa se cumplió. Llegó a la Serplac, donde laboró por cuatro años y luego la designaron administradora municipal,  donde hoy es la número 2 en el escalafón de esa casa edilicia.

¿Qué distingue al arquitecto de la Usach de aquellos formados en otras Casas de Estudios?
-Yo me debo a la Universidad de Santiago. Relacionarte con otros estudiantes de otras carreras de distintos orígenes en un mismo Campus,  te permite ampliar tus conocimientos. Los arquitectos de la Usach no solo piensan en proyectos para ricos como los arquitectos de la Católica. Los servicios públicos están llenos de arquitectos de nuestra Universidad, porque tienen una inquietud distinta y menos ambición. Muchos se han dedicado a las viviendas sociales, soluciones más humanas para la gente de menos recursos. Y esa es la formación que te dio la Escuela y la Universidad.

El momento actual

Su cargo como Administradora Municipal en Recoleta la tiene sometida a una presión que solo ser “hija del rigor” puede sostener, debido a la fuerte irrupción del Coronavirus en su comuna. “Estábamos acostumbrados en la Usach a estudiar con los medios que habían y en la actualidad ocurre lo mismo en el trabajo; hay que sacarlo como sea”, explica.

¿Qué recuerdas de esa época de estudiante?
-En una oportunidad fui a la Biblioteca de la Universidad Católica, con un campus universitario inmenso, todo de lujo, con todas las herramientas que el sistema te puede entregar, pero mi conclusión finalmente fue que no importa aquello,  si no cuentas con lo esencial y en este caso lo esencial es el ser humano. Entonces esa sensibilidad que tiene mi alcalde, con una orientación política que es la misma que yo tengo y que recibí en la Universidad, me indica que hay que poner al ser humano al centro de todo, porque eso hace la diferencia.

¿Qué más destacas de haberte formado en la Universidad de Santiago?
-Yo lo que siempre resalto es que en el mundo público es muy común que uno se encuentre con profesionales de la Usach y eso genera una complicidad especial. No sé si a otros les pasa, pero cuando uno sabe que hay gente de nuestra Universidad se crea un vínculo distinto. Somos como un lote. Hay un compañerismo a todo nivel. Podemos discutir, pero el objetivo principal no lo perdemos. Nos tocó trabajar a distancia ahora por el COVID-19, pero no perdemos la parte humana. Nos consultamos cómo enfrentamos la pandemia, evitamos criticarnos porque hay algunos que si están concurriendo a la Municipalidad. El tema del compañerismo es esencial en una época en que debes estar tan separado. Es necesario tener la comprensión del otro, no solo en el plano laboral, sino que también en lo personal. Se pueden venir tiempos muy difíciles en lo económico y hay que estar presente.

Suscribirse a RSS - Soy Usach; Egresados