Universidad entrega mañana Doctorado Honoris Causa a escritora Isabel Allende

En el marco de la inauguración del año académico 2015, la Premio Nacional de Literatura Isabel Allende Llona será distinguida por la Universidad con el grado de Doctor Honoris Causa. Dueña de una pluma que ha cautivado a millones de personas en el mundo, sus libros ostentan altos niveles de lectoría y alcance a nivel planetario. En la definición de su obra, ha dicho que construye relatos de lo que cree merece ser contado, no tanto por un afán egoísta, sino por un derecho universal, pues como ella misma sostiene “siempre va a existir la necesidad de la humanidad de oír historias”. La ceremonia tendrá lugar en el Aula Magna, a las 11.30 horas.
La palabra feminista está desprestigiada, dice Isabel Allende. “En eso los hombres fueron muy inteligentes en hacer que las feministas aparecieran como unas peludas amachadas. Pero yo no me siento así en lo absoluto. Estoy muy orgullosa de haber comenzado mi vida como feminista y serlo hasta hoy”, explica.

La autora nacional, reconocida por obras como “La Casa de los Espíritus”, “De Amor y de Sombra” y  “Paula”, tiene un fuerte compromiso con la reivindicación de los derechos de la mujer, que ha plasmado, por ejemplo, a través de su trabajo como columnista. Rol pionero, en un medio dominado por hombres. Y tiene un atractivo lado perspicaz.

Isabel Allende es una mujer prolífica. Dueña de una pluma que ha maravillado a millones de personas en el mundo, sus obras baten registros de lectura y alcance a nivel planetario.  Ha sido novelista del año en diversos países y  galardonada con innumerables premios de gran prestigio como el Nacional Chileno de Literatura (2010) y el Carl Sandburg (2013).

Respecto de su escritura, ella construye relatos de lo que cree merece ser contado, no tanto por un afán egoísta sino por un derecho universal, pues -como sostiene- “siempre va a existir la necesidad de la humanidad de oír historias”.

Su inspiración

Su comienzo como literata, fue apadrinado por el influjo mágico del escritor colombiano -y Premio Nobel de Literatura- Gabriel García Márquez.  El mundo del “Gabo”  era  afín al suyo, lo que gestó una relación de admiración por su obra. “Sus libros me han acompañado. Los he leído todos. Creo que cada palabra que ha escrito, la he leído.  Tengo que admitir que mi aventura en la escritura se la debo a él. Él me dio el impulso para poder contar lo que para mí era familiar,  mi país, todos iguales a los personajes de Macondo”.

Sátira con contenido

Antes de que el talento literario de Isabel Allende llenase los anaqueles de librerías, y bibliotecas públicas o íntimas, fue una de las primeras mujeres que se  enfrentó al sectarismo masculino, a la perspectiva unidimensional de roles, a esa dinámica clásica entre los sexos que ubica uno  por encima del otro y lo colma de privilegios. Su voz fue una entre centenares, pero su eco tuvo la fuerza de hacer caer  fortalezas.

Porque si algo caracteriza a Isabel Allende es su espíritu audaz, que a través de su pluma busca sacar a colación aquellos paradigmas anquilosados, que truncan el progreso de los seres humanos. Tal como Miguel de Cervantes, que tomó a un hidalgo algo destartalado y soñador, para satirizar la censura absurda de su época; la escritora nacional mediante el mismo código desentrañó al hombre común, que a pesar de sus limitaciones -o estrechez de mente- poseía un lugar principal dentro de la sociedad.

En Revista Paula publicó una serie de columnas. “Los Impertinentes” o “Civilice a su Troglodita”, fueron el marco donde la insigne escritora  mostró  su lado más cómico, lúdico pero a la vez irónico. En “Sorpresa”- texto de 1973-  pone en evidencia a los medios tradicionales que dan cátedra de como “tener satisfecho a un hombre”, tal como lo dictan las revistas femeninas de la época. “Su troglodita necesita que usted se preocupe de hacerlo feliz con esos pequeños detalles que hacen la vida agradable. Esta tarde, cuando él vuelva haciéndose el muy cansado de su trabajo, usted, estimada señora, en vez de mirar para otro lado y encogerse de hombros, sáltele al cuello, besuquéelo, dígale mijito y enseguida corra a buscar la sorpresa: tráigale en una bandejita amorosamente arreglada un trago y una pizza”.

Como si se tratara de una sesión de comedia en vivo, donde el artista frente a un auditorio hace un agudo análisis de la realidad nacional, Isabel Allende da cuenta en “Del Hombre y su alimentación” qué tan predecible son los integrantes del sexo masculino. “Los hombres son terriblemente ingenuos respecto a la comida. Si usted le da arroz con huevo y le dice que es un "Oeuf sovietique a la mode de Luuxemburg", se lo come encantado. Si le da en la noche las sobras del arroz con otro huevo y le dice que es un "zaperlipopetz von Pilsner", creerá que está comiendo otra cosa. Además la presentación es muy importante. Procure que los platos parezcan banderines, de varios colores, con las cosas estratégicamente colocadas y con adornos inútiles. Abuse también de las salsas para tapar todo lo escaso, lo quemado, lo añejo y los pelos que pueda haber en el plato”.

Ser feminista

La palabra feminista está desprestigiada, dice Isabel Allende. “En eso los hombres fueron muy inteligentes en hacer que las feministas aparecieran como unas peludas amachadas. Pero yo no me siento así en lo absoluto. Estoy muy orgullosa de haber comenzado mi vida como feminista y serlo hasta hoy”, explica.

“Por cualquier pretexto los derechos de las mujeres son aplastados: guerra, fundamentalismo, dictadura, crisis económica. La primera en sufrir siempre es la mujer”, opina Isabel Allende. “No se trata de cambiar a las mujeres para que calcen en el mundo, sino cambiar el mundo para que le calce a las mujeres”, subraya. 

Frente al momento actual de la mujer, y su inclusión en áreas tradicionalmente asignadas al sexo opuesto como la política, la escritora nacional es cauta. “Me dicen todo el tiempo que las cosas en América Latina han cambiado porque hay mujeres que son Presidentas de la República, porque hay mujeres en la política. Sin embargo, el verdadero poder es el económico y el militar, y eso  está controlado por los hombres”.  Mientras no sucedan variaciones en ambos planos-dice la narradora- “que podamos derrocar el patriarcado  y tener una civilización igualitaria, creo que falta mucho”. Pero no le quita méritos a los avances en la materia, ya que cree que las modificaciones se pueden realizar pero “se hace gota a gota”.

Por primera vez en la historia -reflexiona la escritora- hay millones de mujeres  educadas, con derecho a la salud y con recursos, que están conectadas y  dispuestas a cambiar el mundo.

Autor: 
Fernando Abarca Back