Si Chile valorara la agricultura campesina debería protegerla como patrimonio

  • Experto chileno en la Universidad de California, Miguel Altieri, destacó el rol estratégico que juega  la agricultura campesina en la seguridad alimentaria en el mundo actual. La ponencia del experto generó interés en el marco del  II Seminario Internacional de Agroecología: Frente a los Desafíos Alimentarios y Ecológicos, desarrollado en nuestra Universidad y organizado por el Departamento de Gestión Agraria, el programa de Responsabilidad Social Universitaria del Plantel y el capítulo chileno de la Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología (Socla-Chile).

 




Ante una audiencia que superó la capacidad de butacas del Salón de Honor, el Dr. Miguel Altieri, chileno radicado en Estados Unidos, profesor del Departamento de Gestión, Política y Ciencia del Medio Ambiente de la Universidad de California, dictó la primera conferencia del II Seminario Internacional de Agroecología: Frente a los Desafíos Alimentarios y Ecológicos.

El encuentro se realizó el jueves 26 y fue organizado por el Departamento de Gestión Agraria, el programa de Responsabilidad Social Universitaria de la Universidad de Santiago de Chile y el capítulo chileno de la Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología (Socla-Chile).

Durante su exposición “Agroecología: único camino para alimentar a un planeta en crisis”, el investigador internacional señaló que el mundo vive varias dificultades, que son resultado del modelo económico instalado en las últimas décadas y que no se pueden resolver utilizando los mecanismos del mismo modelo. Por lo que propone un cambio de paradigma, al menos en el área relacionada con la producción de alimentos.

 “La presencia de tantos jóvenes es una muestra clara del interés que hay sobre el tema. Están muy inquietos por la situación del planeta y el futuro que les espera. La agroecología es un espacio de esperanza frente a toda la situación, ya que no solamente aborda el problema de la producción de alimentos sanos, sino que también es un modelo de agricultura que se puede adaptar a las condiciones de cambio climático, que se van a hacer cada vez más frecuentes”, indicó más tarde a este medio de comunicación.

Asimismo, señaló con datos de análisis, que las causas del hambre en el mundo se deben a que el complejo sistema alimentario es controlado por multinacionales, quienes determinan qué se produce, así como la calidad y el precio de la comida.

Aunque los números de la producción agroindustrial parecen más efectivos, el especialista insta a considerar que no son tan eficientes si se calcula el nivel de agua que requieren, y la escasa diversidad que promueven los monocultivos. Por eso, el Dr. Altieri propone medir la producción “total”, ya que los campesinos agroecológicos no producen solo una cosa, sino varios otros productos que suman y comprenden un sistema en sí mismo, como porotos, huevos, maíz, etcétera.

“La agricultura necesita una nueva filosofía, que se asocie a los nuevos movimientos sociales, acercando a los consumidores con los productores. Es como un nuevo modo de organizar la sociedad, que toma mucho del saber campesino y lo incorpora como una fuente de conocimiento, rescatando tradiciones y diversidad genética a través del cultivo de semillas criollas”, acotó.

El Dr. Altieri trabaja en los Estados Unidos en temas orientados al estudio de la agroecología en Latinoamérica, pero al ser chileno observa con regularidad las políticas impulsadas. “Es una discusión que se tiene que dar a nivel de país acerca de cuál es el modelo de agricultura que necesitamos”, expresó.

Destacó que “si Chile valorara la agricultura campesina, por el valor estratégico, cultural y no solo ecológico, que representa, así como por la seguridad alimentaria, entonces el país estaría forzado a proteger esta agricultura como parte de su patrimonio, entregando los recursos, mercados y el apoyo necesario para que su impulso, tal como lo ha hecho Brasil, que reconoció la importancia de la agricultura campesina familiar y creó un Ministerio de Agricultura especial”.

Respecto de la importancia que este tema tiene en la sociedad estadounidense, el investigador sostiene que ha adquirido notoriedad a nivel urbano, principalmente en los grupos postergados, como latinos y afroamericanos, en un movimiento que denominan la “justicia alimentaria”. “La mayor parte de mi trabajo sale de Latinoamérica y me siento como embajador agroecológico, porque lo que he aprendido y enseño es lo que sucede en la región”, acotó.

En relación a porqué Chile no ha desarrollado de manera potente este tema, como ocurre en otros países del continente, el Dr. Altieri cree que la causa tiene que ver “con el apagón cultural durante la Dictadura, que impuso un modelo a través de un shock, cambiando el modelo el económico y la mentalidad de la gente, instalando una visión de competitividad y privatización. Entonces, retroceder ese modelo ha sido difícil”.

No obstante, tiene fe en las nuevas generaciones, “empiezan a haber despertares: la gente se da cuenta de que el modelo alimentario no es equitativo, ni democrático, que destruye el ambiente, que se manifiesta el cambio climático a través de eventos dramáticos muy frecuentes y que los alimentos que comemos no son de buena calidad, sino contaminados. Hay que cambiar hacia una agricultura socialmente más justa y sana, incluyendo dimensiones sociales y políticas”, sentenció.

Junto con el Dr. Altieri, participaron en el seminario el director alterno del programa RSU, Santiago Peredo, quien dio las palabras de bienvenida al evento; la Dra. Clara Nicholls, presidenta de la Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología, Socla; la investigadora del Grupo de Agroecología y Medio Ambiente (Gama), de la Universidad de Santiago de Chile, Claudia Barrera; Ximena Guzmán, directora de la Unión Nacional de Agricultura Familiar (Unaf); Olga Gutiérrez, presidenta de la Confederación Unidad Obrero Campesino (UOC); Fabiola Freire, Secretaria Regional Ministerial de Agricultura (RM); y Carlos Pino, investigador de la Universidad Católica del Maule y miembro del capítulo chileno de Socla.