Positiva evaluación del taller de tecnología para la excelencia en la atención al cliente

  • Con la entrega de certificados concluyó el primer taller de “Tecnología para la excelencia en la atención al cliente: un enfoque hedónico desde la ecología”, organizado por la Facultad Tecnológica, en el marco del plan de Responsabilidad Social Universitaria (RSU). 

 

 



Con la entrega de certificados concluyó el primer taller de “Tecnología para la excelencia en la atención al cliente: un enfoque hedónico desde la ecología”, organizado por la Facultad Tecnológica, en el marco del plan de Responsabilidad Social Universitaria (RSU).

Esta inédita experiencia se desarrolló en el Restaurante ProBoca, de Ñuñoa, con la participación de garzones inmigrantes.

Considerando la importancia que tienen las actividades de ocio en las economías en desarrollo y el aporte al Producto Interno Bruto, PIB, que la Industria de los restaurantes está alcanzando, la Facultad Tecnológica de nuestro Plantel acogió el llamado tanto en su ámbito Responsabilidad Social Universitaria, RSU, como en su conocimiento fundamental (Know-How), para desarrollar un taller piloto en un restaurante donde el cien por ciento de sus garzones son inmigrantes.

En efecto, concibiendo al restaurante como un ecosistema para sus comensales donde ellos asisten en busca de placer, este taller tuvo un enfoque ecosistémico y hedónico, en cuanto a que el garzón es el agente encargado de modificar el ecosistema para aumentar los niveles de bienestar de quienes llegan a dicho espacio.

En otras palabras, el restaurante no sólo es una fuente de alimentación, sino además un espacio contenedor de diversos placeres y por tanto constituye labor del garzón como principal factor productivo que interactúa directamente con el cliente, hacerse cargo de generar un ambiente grato para quienes acuden al local en busca de legítimos placeres.

Bajo ese concepto, se realizó este taller, con la participación de veinte garzones peruanos del Restaurante ProBoca (ubicado en Manuel de Salas 162, Plaza Ñuñoa).

Desarrollo de los contenidos

El profesor Lucio Cañete expresó que esta capacitación “repasamos principios de Economía, como la ciencia que estudia al hombre frente a la escasez; fundamentos de Ecología, como la rama de la biología que se ocupa de las relaciones entre los seres vivos y su ambiente,y el hedonismo, cuya doctrina establece que el fin último de los seres humanos es el placer”.

“En la práctica, dicho taller entregó herramientas para que los garzones sean capaces de realizar ajustes térmicos, lumínicos, acústicos y químicos -entre otros- a diferentes elementos del restaurante considerado como un ecosistema, incluyendo hasta la localización espacio/temporal de los demás comensales en cuanto a lograr el máximo de placer del cliente”, añadió.

Respecto del término ‘garzón’ que utilizó durante todo el programa, el profesor Cañete enfatizó: “Ocupo el sustantivo ‘garzón’ no tan sólo por la costumbre austral, que a diferencia de otras países iberoamericanos donde se ocupa ‘mesero’ o ‘mozo’; sino, además, por la mística y profesionalismo que en un contexto chileno tal apelativo implica”.

“Los garzones son los principales y casi siempre los únicos seres que perteneciendo al restaurante, interactúan directamente con el cliente. No es el dueño, ni el gerente, ni el cocinero ni el barman. Es el garzón el protagonista de la interacción y, por ende, sobre él recae toda la responsabilidad de brindarle un servicio de excelencia a quien, tal como lo enfatizamos en el taller, acude al restaurante en busca de diversos placeres”, agregó.

Complementó el académico que “por lo tanto, el garzón como valioso recurso humano, como un factor productivo vital, merece un creciente perfeccionamiento en orden a mejoras continuas en su desempeño en un mercado altamente competitivo de restaurantes de la Región Metropolitana donde uno de cada de tres emprendimientos gastronómicos fracasan en menos de 18 meses”.

“A este respecto, es fácil suponer que aquellos restaurantes que no lograron despegar es porque -simplemente- les faltó ese poder de seducción, esa fuerte atracción, ese imán irresistible que ‘atrapa’ a la clientela. O sea, les faltó el factor hedónico, algo que los griegos de hace 25 siglos ya lo habían anticipado. Vale decir, no hicieron del restaurante un templo del placer. Ciertamente, si el filósofo Epicuro hubiese estado vivo, nos estaría reprochando junto a sus colegas haber olvidado que el sentido y fin último de la vida es el placer”.


Clausura

La ceremonia de clausura se desarrolló el miércoles 13 de enero (El el mismo restaurante ProBoca, de Ñuñoa), donde se entregaron las constancias de aprobación. 

En la oportunidad, la representante del programa de Responsabilidad Social Universitaria, RSU, Ana Carolina Landaeta, se refirió a las diversas expresiones a través de las cuales la Universidad de Santiago cumple su compromiso social.

Destacó el valor de esta inédita experiencia, la cual -dados sus positivos resultados- podría replicarse a futuro, de la misma forma o de otra, ya que cada actividad se evalúa desde distintas miradas, para proyectar a la Universidad de Santiago en la comunidad.

También intervino el coordinador de Vinculación con el Medio del Departamento de Tecnologías Industriales, académico José Luis Pérez, quien analizó la actividad desde el punto de vista industrial y resaltó la positiva respuesta de los garzones participantes y de la empresa propietaria del restaurante.

El administrador de ProBoca, de Ñuñoa, Leonardo Sepúlveda, agradeció la valiosa oportunidad entregada por la Universidad de Santiago para que los garzones tengan una mirada distinta del trabajo que desarrollan cada día, más si se trata de extranjeros, “con lo cual esta Casa de Estudios está cumpliendo una misión integradora realmente relevante, al considerar a profesionales peruanos, algo que seguro se va a expandir hacia representantes de otras nacionalidades”.

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