Desaparición de estudiantes en México muestra la intolerancia de grupos de poder

  • Según el académico del IDEA, Dr. Fernando Estenssoro, la desaparición de los 43 estudiantes normalistas en la ciudad de Iguala, Estado de Guerrero, quienes reclamaban por injusticias y situaciones de atropello en su país, los sitúa “en una suerte de vanguardia dentro de las luchas políticas y sociales de América Latina".

 


El 26 de septiembre pasado, un grupo de estudiantes normalistas mexicanos, fueron atacados por la policía. Hasta el día de hoy, se ignora el paradero de 43 de ellos. Nexos entre los uniformados, el gobierno local y el crimen organizado, tienen al país del norte clamando por justicia y convocando la solidaridad del resto del planeta.

Según el Doctor en Estudios Americanos por la Universidad de Santiago, Fernando Estenssoro, la desaparición de los normalistas en la ciudad mexicana de Iguala, Estado de Guerrero, responde a la represión de los sectores que detentan el poder hacia un grupo de jóvenes que está en contra de las injusticias y las situaciones de atropello que se viven dentro de su sociedad. El espíritu decidido que muestran -afirma el académico del IDEA- los sitúa en “una suerte de vanguardia, dentro de las luchas políticas y sociales de América Latina”.

Las peticiones de los estudiantes de Pedagogía de la Normal Rural de Ayotzinapa "Raúl Isidro Burgos”- y en general del estudiantado mexicano- buscan cambiar las injusticias que surgen en su entorno. “Sus demandas tienen un tono mucho más político”, explica el Dr. Estenssoro. Añade que, por tal carácter contestatario, las estructuras dominantes ven a los movimientos sociales “como un problema de seguridad pública”.

Poder político y crimen organizado

Revuelo causaron en la sociedad mexicana, los nexos que el alcalde de Iguala, José Luis Abarca, tenía con la organización criminal Guerreros Unidos, y cuya esposa Maria Ángeles Pineda a su vez mantenía con el cartel de los Beltrán Leyva. Al edil, que hoy está prófugo de la justicia, se le imputa haber dado la orden de reprimir a los normalistas, además se le responsabiliza por el asesinato de Arturo Hernández Cardona, máximo dirigente de la organización social Unidad Popular, y quien acusó públicamente a Pineda de mantener vínculos con el narcotráfico.

Para Fernando Estenssoro la participación de narcotraficantes- en consonancia con el poder político- se entiende desde el momento en que están en jaque los beneficios que otorga un sistema político corrupto e injusto. “Cualquier cambio que lleve a otro tipo de organización social, ellos lo van a aniquilar”, sentencia el académico mientras añade que la coerción será tan radical “como la ejecutada por las dictaduras fascistas contra los movimientos sociales progresistas”.

Si bien hay policías detenidos por los actos ocurridos en Guerrero y el alcalde de la zona está prófugo, para Fernando Estenssoro aquello no es suficiente para afirmar que el poder político en su conjunto está coludido con el crimen organizado, sino más bien a nivel local. Sin embargo- afirma el Dr. en Estudios Americanos- un caso similar al mexicano se dio en Colombia. Allí,  en el marco del narcotráfico, surgieron movimientos guerrilleros de izquierda, y paramilitares de derecha cuya función era combatirles. “Ellos veían que el peor problema que podía ocurrirles, era que los movimientos sociales terminaran ganando políticamente en Colombia”, explica Fernando Estenssoro. Por eso agrega, surgieron tanto en el país cafetero como en México narcotraficantes de derecha, que no dudaron en combatir contra los estudiantes. Pues “los narcotraficantes también tienen posición política”, sentencia.

La protesta como reivindicación

La desaparición de los normalistas mexicanos, constituye a juicio de Fernando Estenssoro, un acto criminal injustificable.  “Lo que pasa es que para los sectores de derecha, que están muy ligados al narcoterrorismo, esos grupos son vistos como sus enemigos principales, mucho peores incluso que el Estado”, comenta el experto.

El problema- piensa Fernando Estenssoro- es que todo indica que el narcotráfico traspasó a los partidos políticos, a la policía, y a los medios de prensa; es decir a la sociedad en su conjunto. La situación es grave, pues para el pueblo “no hay garantías de que la policía y el poder político, no haya sido intervenido por el narcotráfico”, explica el investigador.  

Por eso lo único que le queda a los mexicanos- según Fernando Estenssoro- es mantenerse movilizados.  Si el caso ha logrado conmover al mundo, es precisamente porque la gente decidió manifestar su rechazo. Por eso, el único agente de cambio es la movilización social, sentencia.