Un 47% de las chilenas entrega el principal ingreso al hogar

La última encuesta de Consultores Asociados de Marketing, Cadem, de junio 2015, reflejó que el 47 por ciento de las chilenas afirma ser quien aporta el principal ingreso al hogar. Al respecto, el director del magíster en Comunicación de nuestra Universidad, periodista y sociólogo Claudio Avendaño, señala que es innegable que se está dando “una feminización en el ingreso familiar”. Añade que esto ha provocado, además, un significativo cambio social, porque se está desplazando el rol de proveedor, que antes era exclusivo del hombre.
“Hay una redefinición de lo que significa la masculinidad, porque se trata de roles complementarios, ya que ser hombre y ser mujer no se define solo con lo que se diga sobre lo que es uno y el otro, sino que la expectativas que tiene uno en cuanto al otro”, expresa.


La última encuesta de  Consultores Asociados de Marketing, Cadem, realizada en junio, arrojó que el 47 por ciento de las mujeres chilenas aseguraron aportar con el principal ingreso al hogar.

El fenómeno en los últimos años viene creciendo, los salarios aumentaron en los últimos doce meses en un 4,05 por ciento respecto a las mujeres, superando el alza de 2,75 por ciento de los hombres. Sin embargo, las remuneraciones de los varones siguen siendo más altas, según informó la asociación de las AFP, junto a que el desempleo para las mujeres fue de 6,9 por ciento.

Ante esto, el director del Magister en Comunicación de nuestra Universidad, periodista y sociólogo, Dr. Claudio Avendaño, manifiesta que “esto corresponde a una tendencia más amplia y general que se ha dado desde el siglo pasado con la creciente incorporación de la mujer a la fuerza de trabajo. Es decir, hay una feminización en el ingreso familiar, donde antes el proveedor era el hombre y la mujer de alguna manera esperaba en la casa”.

“Estos cambios se expresan en término económicos; pero en término sociales implica un cambio en la decisión de ser mujer y ser hombre en la sociedad contemporánea. Es decir, un desplazamiento y disminución en los límites, que antes era exclusivo para el proveedor hombre, esa situación se empieza a perder”, agrega.

Señala que “el hombre y la mujer están aportando al ingreso familiar y debería al mismo tiempo, tanto el hombre como la mujer, contribuir a la gestión de la casa, de la familia, de la educación y de los afectos; situación que debería ser más lento en el hombre, porque hay un cambio cultural mucho más complejo que en el caso de la mujer, las que tiene más sensibilidad en general”.

Tendencia

Afirma que “la tendencia en algunos países del primer mundo es que la pareja trabaje y el ingreso familiar no esté reducido a uno de ellos. Por lo tanto, eso tiene que ver con la precarización y disminución del empleo. Por lo anterior, hace que cada vez la mujer se incorpore a la fuente de trabajo formalmente, debido a que siempre ha cumplido alguna labor, ya sea como lavandera, tejedora o empleada doméstica”.

Resalta Avendaño que “siempre estos fenómenos tienen múltiples condiciones para que se generen. Por un lado está la precarización del trabajo como ya se mencionó, al disminuir los derechos de los trabajadores y el ingreso de los mismos y, por otro, la incorporación de la mujer a espacios sociales mucho más amplios. Entonces, es un cambio económico y social que tiene que ver con la redefinición de género, y también un cambio cultural, que tiene que ver con la reincorporación al mundo de los derechos de un importante sector de la sociedad como en el caso de las mujeres”.

Sobre la influencia de la situación actual de la economía, el académico señala que “es un factor que puede agudizar o marcar ciertas tendencias, pero hay una sensación de hace un tiempo que no estamos creciendo a un ritmo adecuado y eso se resiente en el mundo labor y en los ingresos, pero a nivel más macro, ya sea, tomando en cuenta lo social y cultural, hay una tendencia al cambio”.

La masculinidad

“Hay una redefinición de lo que significa la masculinidad, porque se trata  de roles complementarios, ya que ser hombre y ser mujer no se define solo con lo que se diga sobre lo que es uno y el otro, sino que la expectativas que tiene uno en cuanto al otro”, expresa.

Añade que, “entonces, si uno de los dos no acompaña en ese cambio de expectativas será muy difícil que se modifique. Por lo mismo, el cambio del rol de la mujer necesariamente implica un cambio de rol en el hombre, ya que este último debe adecuarse a la nueva expectativa que tiene la mujer, y eso tiene que ver con la nueva masculinidad”.

Subraya que “el cuidado y la educación de los hijos, de manera paulatina, se ha ido desarrollando externamente en nuestra sociedad; o sea, antes la educación básica era la importante y, actualmente, es la pre-escolar la que adquiere mayor relevancia. Es decir, para que la mujer se incorpore al mundo laboral, necesita no solamente del cambio en la visión del hombre, sino también tiene que ver con que el Estado o la empresa privada provea de recursos para el cuidado de los hijos en sus primeras etapas”.

Concluye que “el hombre está teniendo otra perspectiva con el cambio de la mujer, porque para que ella tenga un espacio en el mundo laboral, primero el hombre tiene que aceptar ese cambio. De ahí viene el concepto de empoderamiento femenino, donde lleven este nuevo cambio no solo de forma externa, sino que subjetivamente. Y eso implica una aceptación de este nuevo comportamiento femenino por parte del hombre”.

Autor: 
Tomás Parker Cerda