Pesar por deceso de Carlos Orellana, editor, crítico literario y ex director de la Editorial UTE

  • El hombre clave de la narrativa chilena, quien falleció este lunes (18), a los 85 años, fue creador e impulsor de la “Revista de la Universidad Técnica del Estado”, publicación emblemática de la Secretaría Nacional de Extensión y Comunicaciones, cuyo primer número apareció en octubre de 1969.


Este lunes, a los 85 años, producto de problemas cardiacos, falleció Carlos Orellana Riera, considerado el  hombre clave del libro chileno y quien desde la década de los ‘50 trabajó como editor, crítico literario, director de revistas y memorialista.

Su aporte al desarrollo de la literatura nacional fue determinante en el aporte de ideas renovadoras que cruzaron toda su carrera y en el apoyo a la publicación de destacados escritores nacionales.

En nuestra Institución, destacó como director de la Editorial UTE, donde impulsó “una muy importante labor en la difusión de las ideas reformistas, mediante la creación y edición de múltiples publicaciones que dan cuenta de los avances, aportes y actores que fueron partícipes de las fases sucesivas de la Reforma y del momento histórico que vivía el país”, afirma Mario Navarro, ex director de la Secretaría de Extensión y Comunicaciones de la Universidad Técnica del Estado, en una publicación que está próxima a salir y donde recoge la contribución de Orellana en el escenario de una Universidad ligada a la cultura del país.

En el texto, Navarro recuerda la influencia de publicaciones como “Cuadernos de la Reforma” y “Contribuciones Científicas y Tecnológicas”, que fueron muy relevantes en el análisis y discusión universitaria. Y también remarca la visión de Orellana como “creador e impulsor de la Revista de la Universidad Técnica del Estado, publicación emblemática cuyo primer número apareció en octubre de 1969”.

Articulador de la literatura reciente

Carlos Orellana nació en Guatemala en 1928 y llegó siendo un niño a Chile. Desde muy joven trabajó en la Editorial Universitaria de la Universidad de Chile, donde apoyó títulos de Francisco Coloane, Jorge Teillier y Guillermo Blanco. Fue asesor de Quimantú durante la Unidad Popular. Y en 1968 llegó a la Universidad Técnica del Estado donde asumió como director de la Editorial de la Institución.

Cinco años después, sufrió las consecuencias del Golpe de Estado. Estuvo preso en el Estadio Chile y posteriormente en el Nacional, hasta que fue exiliado. Desde Francia siguió participando activamente de la literatura y del mundo intelectual vinculado a nuestro país, asumiendo como jefe de redacción de Araucaria de Chile, la influyente revista cultural dirigida por Volodia Teitelboim.

A su regreso, se desempeñó como crítico en el diario La Época y como editor del sello Emisión, de la revista Análisis. Sin embargo, a su llegada Planeta en 1992, se hizo cargo de  la Nueva Narrativa Chilena, línea que revitalizó las letras nacionales en el retorno a la democracia y que tuvo entre sus exponentes a Alberto Fuguet, Jaime Collyer, Gonzalo Contreras, Arturo Fontaine, Marcela Serrano, Darío Osses, Sergio Gómez, Carlos Cerda, Hernán Rivera Letelier, Adolfo Couve y Roberto Ampuero.

Algunos desaciertos también acompañan su carrera, aunque sin llegar a afectarla, como cuando en 1995 ignoró el manuscrito de La literatura nazi en América, de Roberto Bolaño. Sin embargo, por la publicación, en 1999, de El libro negro de la justicia chilena, de Alejandra Matus, fue procesado y detenido por infracción a la Ley de Seguridad del Estado.

Sus últimas publicaciones fueron Penúltimo informe: memorias de un exilio (2003) y Breve historia del cine chileno (2010), junto a su esposa, Jacqueline Mouesca. Sus funerales se realizaron ayer (19) en el cementerio Parque del Mar, en la V Región.