Analista remarca que sociedad peruana no comparte idea de confrontación

  • Según el docente de la Escuela de Periodismo, Rodrigo Álvarez, la marcha convocada por ciudadanos peruanos en la frontera con Chile, no representa el espíritu de aquel país, sino que responde a fines electorales de sus autoridades. “Perú lleva ocho años creciendo sostenidamente, y eso implica una sociedad que no piensa en una confrontación directa, sino más bien en la producción, el crecimiento y el bienestar económico”, afirma el profesor.

 


“Chile ha servido como una herramienta que permite principalmente a Perú y Bolivia, y a sus élites gobernantes, fortalecer su posición política e incrementar sus niveles de popularidad interna en momentos complejos”, explica el analista internacional y docente de la Escuela de Periodismo de la U. de Santiago, Dr. © Rodrigo Álvarez, al intentar deslindar la causa principal tras la manifestación que llevó a un centenar de ciudadanos peruanos a la frontera sur de aquel país, a reclamar soberanía sobre el triángulo terrestre, que según los tratados limítrofes pertenece a Chile.

“La sensación era que al acudir ambos países a una instancia superior como la Corte Internacional de Justicia (que se pronunció sobre los límites marítimos el 27 de enero pasado), se ponía fin a las tensiones que habían sido permanentes desde el término de la Guerra del Pacífico en 1879. Sin embargo, la resolución del Presidente Ollanta Humala respecto a reivindicar el triángulo terrestre como territorio peruano, será una piedra en el zapato para nuestra relación, que se estaba construyendo principalmente desde la perspectiva económica”, afirma el profesor Álvarez, mientras insiste en que la determinación del mandatario peruano va a generar un elemento de tensión innecesaria que cada cierto tiempo, en época de crisis interna, va a reflotar.

Según el Tratado de 1929, la delimitación de la frontera entre Chile y Perú “partirá desde un punto de la costa que se denominará “Concordia””. El mismo documento adjudica a una comisión mixta, integrada por miembros de ambos países, la tarea de demarcar los hitos que comprenderán dicho límite.

“Al cabo del trabajo de la comisión mixta se establecieron aproximadamente 80 hitos”, comenta Rodrigo Álvarez mientras aclara que la controversia entre ambos Estados se  generó al tratar de determinarla ubicación del Hito 1, ya que el tratado de 1929 no especifica claramente desde qué punto de la costa erigir el límite.

La comisión mixta, finalmente, determinó el Hito 1 a 10 kilómetros del rio Lluta, entendiendo que si se fijaba en la costa misma, es decir donde el agua irrumpe en la costa, la demarcación podía estar sujeta a cambios producto de los vaivenes de la naturaleza. Chile, por su parte, dispuso que aquel punto también fuera el de Concordia. Sin embargo, –esclarece el profesor Álvarez- “la interpretación que hace Perú es que ese punto de la Concordia es la proyección del Hito 1 hasta lo que sería la rompiente de la ola”, es decir “donde tú te puedes mojar los pies”, concluye.

Pese a que el punto concordia nunca fue delimitado, según Rodrigo Álvarez la posición chilena ha sido aceptada por Perú ya que éste país “ha declarado, aceptado, y se ha regido por ese hito uno  como el último  y por lo tanto como el equivalente al punto de la Concordia, al cual se refiere el tratado de 1929”. Además “el fallo de la Haya lo que dice es que el punto uno es el último hito  válido,  es decir que toma la tesis de Chile de la paralela”, concluye.

A grandes rasgos, el fallo de la Corte Internacional de Justicia de la Haya, fija los nuevos límites marítimos entre Chile y Perú desde el Hito 1 que se ubica a diez kilómetros al norte del puente Lluta, siguiendo la línea del paralelo geográfico que lo cruza. Al proseguir por esa misma recta a la altura de 80 millas marinas, la demarcación sufre un quiebre, y en forma de diagonal equidistante entre las aguas de ambos países, concluye al completarse las 200 millas marinas medidas respecto a la línea de base chilena.

Las Razones de los del Rimac

¿Qué fundamento tiene Perú para alegar soberanía sobre el triángulo terrestre de poco más de 37 mil metros cuadrados? Rodrigo Álvarez cree que “el triángulo tiene más bien un valor simbólico puesto que según la perspectiva peruana, es una zona que quedó en disputa luego de la resolución de la Haya”. Sin embargo la Corte Internacional procedió así -argumenta el docente- porque según  el Tratado de 1929, en su artículo tercero, se delega al Presidente de los Estados Unidos la labor de resolver cualquier discrepancia que tenga relación con los límites terrestres. En otras palabras, la Haya no podía pronunciarse al respecto.

El nuevo mapa de límites que el Presidente de Perú Ollanta Humala aprobó mediante decreto supremo el 19 de agosto pasado, no va más allá de los simbólico, según el profesor Álvarez. Sin embargo, apunta a que también tiene un trasfondo claramente político. “La razón principal tiene relación con el bajo apoyo popular que tiene el Mandatario Peruano, por lo que el interés habría sido repuntar una vez más a través de las tensiones con Chile”, explica.

 Hay argumentos, según Rodrigo Álvarez, para pensar que el conflicto diplomático entre Chile y Perú no se agudizará en el futuro. Esto porque económicamente, por un lado, “Perú está en un proceso de consolidación”; y militarmente, tampoco debería crecer el problema, “porque efectivamente Chile tiene una capacidad disuasiva mayor”. Además cerca de un centenar de personas llegaron a la manifestación, lo que para el docente de la Universidad de Santiago tiene relación con las repercusiones que tuvo el veredicto de la Corte Internacional de Justicia en la población. “El peruano medio entiende que, luego de la resolución de la Haya, no hay mucho más por qué seguir en controversias”.

El crecimiento económico sostenido que está experimentando Perú, y el fluido intercambio con Chile, han generado que la sociedad civil de ese país esté en sintonía con el desarrollo de un próspero porvenir y no se enfrasque en añejas disputas. “Perú lleva aproximadamente  ocho años creciendo sostenidamente, por lo tanto eso implica un tipo de sociedad que comienza a pensar menos en una confrontación directa y más en la producción, el crecimiento y el bienestar económico”, expone el profesor Álvarez.
 

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